Así fue

158 13 0
                                    

Shizuoka, año 2026

Los murmullos llegaron a sus oídos por más que los dueños de las voces intentaron ocultarlo. La desesperación, junto a cierta resignación, brotaba tan fuerte que ella lo pudo percibir de manera fácil. Y no contaba con ninguna habilidad que la hiciera experimentar sentimientos ajenos, pero el ambiente siempre se cargaba de cosas negativas durante la noche.

Sus padres hablaban de Hong Kong cada vez que creían que no se encontraba cerca; siempre murmuraban y alegaban que debían irse lo antes posible.

Shizuoka se había vuelto un fuerte del que nadie podía —ni quería— salir; a tan solo un año del llamado "día cero", la persecución de Peris se volvió casi deporte de caza a las afueras de la pequeña comunidad. La gente de otros poblados mataba sospechosos y no había un control real sobre las revisiones que se daban casi en cada esquina a cualquier hora del día.

El hecho de que el líder del movimiento anti Peri se hubiera establecido en lo que alguna vez fue el hotel de su difunto abuelo, les dio "seguridad" a los habitantes de que por lo menos en su ciudad no se darían esos ataques que, de vez en cuando, ocurrían en algún lugar del mundo.

—Hay cédulas, prometieron ayudar a sacarla —susurró su padre al tomar la mano de su madre.

Ella se encontraba del otro lado de la sala oculta entre las sombras, desde ahí podía verlos y escucharlos con claridad. Se suponía que estaba dormida, pero una serie de balazos a lo lejos la despertó; bajó en busca de seguridad y encontró a sus progenitores hablando en voz baja, como casi cada noche lo hacían.

—No sabemos en quién confiar, cualquiera podría estar buscando tener favor con él…

—Dijeron que mañana en la noche tendremos oportunidad; no hay de otra, Sasha, sabes que solo con ellos estará segura.

La chica frunció el ceño ante tal comentario; desde que comenzó la cacería de Peris, sus padres hablaban de "ellos" y Hong Kong a puerta cerrada, sin embargo, jamás le hacían saber quiénes eran o por qué ese lugar. Incluso Adel, su hermano, parecía saber sobre el tema y era el que más se oponía a que fueran ahí.

—No quiero eso, no para Sakura —murmuró la mujer, con la voz quebrada.

Se levantó del suelo con cautela y optó por regresar a su habitación. Tarde o temprano le tendrían que compartir eso que callaban con tanto recelo, o al menos eso quiso creer.

No pasó mucho para que la noche en que su vida se derrumbó llegara, fue justo cuando decidió confrontar a sus padres sobre lo que ocultaban.

—Esto es ridículo, ¿por qué no puedo saber? —espetó en voz baja.

Su madre la miró con culpa y eso la hizo enojar aún más.

Habían salido cuáles ladrones en medio de la noche de su propio hogar; no llevaron nada, solo la despertaron y pidieron que se cambiara con premura, pues su zona estaba siendo revisada en búsqueda de Peris; era cuestión de minutos para que algún agente tocara a la puerta para pedir su sangre.

Nunca culpó a sus padres por no actuar antes, Shizuoka estaba cerrado a todo contacto con el exterior desde que Reiku se mudó; incluso, para conseguir una visa de viaje se debía comprobar que toda la familia era Normi. Poco a poco, los supermercados y tiendas locales empezaron a pedir lo mismo para la venta de víveres.

Llegó a creer que la comunidad Peri dentro de Shizuoka era muy escasa, pues solamente tenía conocimiento de un muy pequeño círculo conformado por su madre, Adel, su cuñada Aina, y Blai, el mejor amigo de su hermano.

Afortunadamente, un maestro compañero de su padre, consiguió sus visas de viaje; se suponía que al tener esos papeles su sangre no debía ser revisada y podrían salir de Shizuoka sin contratiempos. Sin embargo, la suerte estuvo en su contra aquella noche al encontrar retenes por toda la ciudad que ignoraban la regla ya establecida; hasta ese momento se dieron cuenta de la increíble cantidad de Peris con la que llegaron a convivir, sin saber.

El poder en unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora