Recuerdos dolorosos

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Estaban a punto de entrar en un ataque de pánico, quedaba solo media hora antes del tiempo límite para lanzar la señal de auxilio a Hong Kong.

Dara se encontraba sentada en un desnivel, tenía las manos enredadas en su cabello mientras movía un pie de manera repetitiva, se sentía impotente por no poder ayudar de ninguna manera a su familia y no quería ser quién le diera la noticia a sus tíos de que todo estaba perdido.

Lien la observó desde la distancia con una expresión impasible y brazos cruzados. Batallaba consigo mismo, pues no sabía si molestarse ante la preocupación de la pelinegra, o acercarse para asegurarle que su querido primo estaría bien. Miró hacia arriba y soltó un sonoro suspiro, decidió acercarse justo cuando el celular de Ezra sonó.

—¿Bueno? ¡Zia! —exclamó, aliviado, y todos lo observaron—. Bien, vamos —dijo terminando la llamada.

—¿Dónde está? —preguntó Lea, ansiosa, al acercarse.

—En los jardines de Hamarikyu —contestó Ezra al subir al auto con Akemi.

—Voy contigo —anunció la gemela disponiéndose a subir en la parte trasera mientras Dara entornaba los ojos.

Pero el de lentes negó con la cabeza y la vio fijamente al bajar su vidrio.

—Zia dijo que se fueran al departamento —ordenó al arrancar su auto para echarse en reversa.

La gemela lo vio sumamente molesta mientras se alejaba y Lien rio caminando hasta ella.

—Parece que no te quiere cerca —se burló.

—¿A quién te recuerda? —espetó mirándolo con frialdad antes de dirigirse a otro de los vehículos, su hermano la siguió, no antes de ver a Lien con enojo.

El chico rio de nuevo y recibió una mirada de desagrado por parte de Dara.

—Genial, ahora tendremos que aguantar su genio por tu culpa... es tu pareja, tú la tendrías que soportar, no los demás —gruñó, molesta.

Él se encogió de hombros en aparente desinterés.

—Todos estamos en el mismo barco —alegó con desdén antes de subir al asiento del piloto. Sabía que su comentario fue un tanto cruel, pero aún estaba con la espinita de su actitud ante la desaparición del líder.

Dara lo vio con ojos entrecerrados y empuñó las manos con fuerza, sintió su poder recorrer sus venas, pero cerró los ojos y lo controló. A veces quería irse y dejar todo atrás... daría lo que fuera por alejarse de Lien.

Ezra y Akemi llegaron al lugar que Zia les indicó

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Ezra y Akemi llegaron al lugar que Zia les indicó. Se extrañaron de ver solo a su amigo sentado afuera de lo que parecía una minka, una tradicional casa japonesa de madera. Él miraba el lugar con el ceño fruncido, pues la castaña se metió al baño de mujeres y empezó a creer que escapó por una ventana.

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