La guerra que se avecina

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Cuando Egan y su hermana salieron del cuarto, notaron todo el movimiento extra, así que tras debatirlo un poco, decidieron investigar.

Al caminar y ver la gente, se sorprendieron mucho de ver a los que hacían en Hong Kong.

—No creí que te fueras a levantar tan pronto —señaló Ezra a su espalda.

Los gemelos voltearon, desconcertados, y cruzaron miradas antes de que Eran suspirara con pesadez.

—Sakura... Ella... —Bajó la mirada, avergonzado.

Ezra lo vio con sorpresa.

—¿Sakura te ayudó?

El otro asintió, pero no pudo mirar a su hermano. Por su lado, Lea movió sus manos con nervios y evitó su mirada. Llevaban tiempo discutiendo qué harían, sin embargo, algo era seguro, no podían traicionar a Reiku, el precio a pagar era muy alto.

Ezra observó con detenimiento a sus hermanos, pudo ver en sus caras que estaban debatiendo consigo mismos; una esperanza brotó en su interior y esperó que llegado el momento hicieran lo correcto.

—Están sirviendo la comida, deberían ir —les dijo y siguió su camino.

Lea y Egan lo observaron alejarse y luego volvieron a cruzar miradas.

—Seguimos con nuestro plan —aseveró Lea.

Egan negó con la cabeza y se cruzó de brazos.

—Tú y yo sabemos perfectamente bien que algo ha cambiado, no será tan fácil continuar.

Lea lo vio irritada.

—Sólo recuerda porqué escogimos éste camino.

El gemelo bufó y se giró para dirigirse al lado contrario al que estaba el comedor.

—Puedes engañarte todo lo que quieras, hermana, sabes que algo ha cambiado —murmuró antes de alejarse.

Lea lo vio en silencio, más no se movió; tenía razón, algo era diferente, pero estaba segura de que Ignasi los regresaría al camino… y no lo haría con delicadeza.

Lea lo vio en silencio, más no se movió; tenía razón, algo era diferente, pero estaba segura de que Ignasi los regresaría al camino… y no lo haría con delicadeza

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—No creo que sea necesario —repitió Sakura al ver el aparato que Zia le entregó.

—Dame gusto aunque sea en esto —pidió él con frustración.

Ella le dio una pequeña sonrisa antes de agarrar el celular que estaba aferrado a que tuviera, lo abrió para descubrir que era uno de los años pre guerra y Zia tomó su mano para enseñarla a usarlo.

Mientras estaban en eso, Lien y Ezra aparecieron por el pasillo.

—Tu padre lleva tiempo buscándote —le informó este último.

Zia asintió y miró de nuevo a su pareja.

—Tiene todos nuestros números, practica y en un momento te veo.

El poder en unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora