Después de un viaje de aproximadamente una hora, llegaron a un alto edificio gris que contaba con una estructura moderna. Sakura trató de mantenerse impasible ante los cambios de escenario, aunque le resultó un tanto difícil. En el trayecto llegó a ver lugares con muchos agentes, casi en cada esquina, y otros como en el que actualmente estaban, que carecían de esa extrema vigilancia.
Al bajar del vehículo no pudo evitar ver con asombro hacia arriba y notar que en el último piso se asomaba un balcón. De reojo vio a Ezra pagar y soltó un suspiro tembloroso al bajar la mirada y encontrar que Akemi la esperaba.
Se acercó a ella y la siguió al interior, caminaron a través del vestíbulo de piso color crema y muros pintados de gris claro. Frente al recibidor había unos sillones de piel color negros con una mesa ratona de cristal al centro. No pudo evitar admirar su entorno mientras se sentía fuera de lugar.
Siguió a los otros hasta el elevador; una vez dentro, Ezra introdujo una tarjeta en la ranura del lado izquierdo y el ascensor se dirigió al último piso. La recién llegada llevó la mirada al cuadro de mando donde se dio cuenta de que se dirigían a un pent-house. Al detenerse, las puertas frente a ella se abrieron y el de lentes la instó a salir.
Con pasos titubeantes siguió a Akemi, una vez fuera del elevador no pudo evitar estudiar y asombrarse con el sitio.
Era enorme; sus pisos y paredes tenían colores claros. Justo frente a ella había una sala que estaba dotada de un largo sillón en forma de L, color blanco y de piel; en el centro se encontraba una pequeña mesa de madera, y al fondo se veían unos grandes ventanales —o puertas de cristal— por los que asomaba el balcón que vio desde abajo.
A su izquierda encontró una larga mesa de cristal rodeada por nueve sillas blancas. A unos pasos había una barra de mármol negro que dividía la cocina, contaba con bancos altos del mismo color oscuro en los que se podía sentar si se decidía comer. Entre ambas estancias se abría un pasillo que seguro llevaba a las habitaciones.
—Mira, antes de que algo pase... —dijo Ezra poniendo su maleta en el sillón, sin embargo, otra voz masculina lo interrumpió.
—Oigan, tenían que haber llegado hace una hora, Dara está parano... —exclamó un chico de ojos grises con cabello casi rubio peinado hacia arriba, al aparecer a la entrada del pasillo.
El recién llegado levantó sus cejas con sorpresa y se quedó con medio reclamo en la boca al vislumbrar a sus amigos con una desconocida. Los miró contrariado antes de enderezar un poco la espalda y acercarse.
—Lo siento, no sabía que teníamos visitas... soy Lien —anunció a la extraña al extender la mano.
La chica titubeó, pero Akemi le dio una sonrisa y un leve asentimiento.
—Sakura —replicó tomando lo ofrecido, con nervios.
El joven era alto, casi de la estatura de Ezra, y contaba con un cuerpo que parecía estar bien formado: lleno de músculos y fuerza. Sus ojos eran bastante expresivos y tenía una nariz curiosa, respingada pero en forma de chupón. Por un momento le recordó a los agentes que servían a Reiku, pues su postura estaba llena de seguridad, no obstante, el gesto amigable en su rostro chocaba con la crueldad de aquellos que servían al tirano.
Lien miró a Akemi y Ezra de manera significativa.
—¿Podemos hablar? —les preguntó señalando el pasillo del que salió.
Ellos asintieron y lo siguieron, pero antes de entrar por la primera puerta, Akemi miró a Sakura.
—Oh, ponte cómoda, por favor, no tardo —le pidió.
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El poder en uno
Ciencia FicciónCuando el mundo se divide por temor a aquellos que son diferentes, una luz de esperanza se formará en medio de la traición y el alma quebrantada. Superando miedos, engaños y secretos; ellos se unirán para luchar y demostrar que no todo es lo que p...