Un sueño, un plan

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Ignasi caminó unos pasos detrás de su maestro mientras trataba de controlar su desconcierto ante la urgente llamada que recibió de su parte.

—Tuve un sueño. —Empezó a decir Reiku, sin dejar de caminar—. Más bien una visión.

—¿Maestro? —preguntó el otro, confundido; a veces odiaba cuando hablaba en acertijos.

—Estaba parado frente a una multitud de Peris, todos se encontraban hincados ante mí mientras cadáveres de Normis ardían al fondo —explicó el tirano sin ocultar su emoción. El segundo al mando no dijo nada, solo lo siguió en silencio—. ¿Sabes qué es lo más curioso, Ignasi? —le preguntó cuando entrelazó las manos a su espalda.

—No, maestro —respondió este viendo el suelo.

—Que el líder de la resistencia estaba a mi lado —rio y llevó la mirada hacia arriba.

Ignasi se detuvo de golpe y lo vio con sorpresa.

—No entiendo, maestro —murmuró.

Reiku le dio una sonrisa tan macabra, que solo le faltaron unos dientes en forma de colmillos para hacerlo ver como un verdadero monstruo.

—¿Sabes cómo funcionan las almas gemelas, Ignasi? —preguntó con ironía.

El aludido sacudió su cabeza sin titubear, aquello se le hacía una fantasía que idiotizaba a la humanidad.

—No creo en eso, maestro.

Reiku se carcajeó con fuerza, incluso su risa retumbó en las paredes.

—Deberías, sobre todo si están en una profecía —señaló a lo que Ignasi lo vio contrariado, pues la profecía la quemó bajo la orden de no leerla—. Me duele admitir que me he equivocado en mi manera de lidiar con los enamorados —confesó con una sonrisa llena de sarcasmo.

Ignasi lo miró consternado, ¿acaso pretendía cambiar todos los planes puestos en marcha?

—Maestro, ¿qué quiere decir?

Reiku caminó mientras veía una de las ventanas del hotel; era de madrugada, la hora predilecta para que gritos y gemidos de dolor inundaran el complejo.

—Quiero que los dejes encontrarse; cuando lo hagan, los traerás.

El segundo lo vio incrédulo, se suponía que se les separó porque juntos podían destruir todo lo construido.

—Mi señor, no entiendo.

El tirano lo miró con seriedad.

—Voy a usar eso que da esperanza para terminar con todo el que se me interponga —amenazó con un gesto duro—. Verás, Ignasi, si lo que me cuentas del líder es cierto, ya no será necesario hacer más Mutis, con tan solo tener al líder a mi servicio será suficiente.

El aludido no podía entender, estarían jugando con fuego por una suposición sin fundamentos. Reiku vio la confusión nadando en su mente y entornó los ojos con fastidio.

—Ellos están destinados a amarse por sobre todas las cosas, harán lo que sea por el otro.

Con lentitud, Ignasi empezó a comprender el nuevo plan.

—Utilizará a la flor para dominar al líder —susurró.

Reiku le dio otra sonrisa siniestra.

—Elegí bien a mi segundo al mando, ¿entiendes lo que se hará? —cuestionó al retomar su andar.

Ignasi se quedó pensativo, seguía siendo un plan muy arriesgado. Reiku lo miró con furia al encontrar en su mente que creía que no pensó en todos los pormenores.

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