Comienzan los problemas

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Lien alcanzó a Dara en su recámara, una vez ahí, la encontró nerviosa mientras buscaba algo.

—¿Qué se te perdió? —preguntó al apoyarse en el marco de la puerta y cruzar los brazos.

Ella no lo volteó a ver, solo se agachó junto a su cama.

—Si nada más vienes a burlarte, te puedes ir mucho a volar —le reprochó mientras sacaba una caja de debajo.

El chico suspiró y la miró por unos segundos.

—Solo trato de ser amable —alegó, encogiéndose de hombros.

Dara lo vio incrédula. El día anterior se llevaron con normalidad, incluso rieron mientras veían la serie que un tiempo amaron; pero eran tan volubles…

—Tú, ¿siendo amable conmigo? Eso sí da risa. —Se sentía muy presionada por lo que le pasaba a su primo y la presencia de Lien no mejoró las cosas.

Él bajó la mirada antes de morder el interior de su mejilla, finalmente se despegó del marco de la puerta y entró a la recámara para, sin pedir permiso, levantar la caja y ponerla sobre la cama.

—¿Qué buscas? —preguntó sacando cosas; la caja estaba llena de papeles, fotos, y chucherías.

Dara lo observó en silencio, dudó en contestarle, pues sabía perfectamente que reacción tendría al saber, pero tampoco era de mentirle.

—La copia del legado o la profecía —contestó, titubeante, en voz baja.

Lien se tensó y dejó de sacar cosas para, en cambio, mirarla con ese gesto de suma seriedad que odiaba.

—¿Para qué? —cuestionó, severamente.

Ella levantó el rostro de manera desafiante, ahí iban.

—Ese no es tu problema —respondió haciendo énfasis en el "no".

El chico endureció la mandíbula al entrecerrar los ojos.

—Claro que es mi problema, es de todos; que tú y tu primito crean que son superiores por el apellido, es otra cosa —espetó.

Furia empezó a llenar las facciones de ella, posó las manos sobre la caja y la sostuvo con fuerza.

—No te pedí ayuda —le recordó tratando de llevarla a su lado.

Lien no la soltó, en cambio, la atrajo hacia él con firmeza.

—No importa, esto también me involucra —refutó con enojo.

Dara jaló hacia su lado, sus manos empezaron a temblar levemente y sintió cómo su sangre comenzó a llenarse de ese calor que terminaba por convertirse en fuego a su alrededor.

—¡¿Por qué siempre te tienes que meter en lo que no te importa?! ¿No puedes dejarme en paz un solo momento? ¡Siempre tienes que arruinarme los días! —reprochó con la voz ligeramente quebrada, al verlo a los ojos.

Lien levantó las cejas al notar lo cristalino en sus iris y soltó de golpe la caja; como Dara seguía haciendo fuerza de su lado, esta cayó y las cosas en ella se esparcieron por el suelo. La joven suspiró de manera audible y se agachó para levantar el desastre mientras él la observaba en silencio. Finalmente, exhaló el aire que sin notar contuvo y se hincó para ayudarla. No se miraron o dirigieron la palabra.

Mientras recogían, intentaron tomar una foto al mismo tiempo, sin embargo, ella alejó la mano como si la hubiera quemado y cogió otras cosas. Él volteó la fotografía, al observar la escena plasmada, sus ojos se llenaron de tristeza. Después de unos momentos donde los recuerdos lo agobiaron, la aventó a la caja y, tras levantarse, salió de la recámara.

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