El despiadado

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Cuatro filas con al menos diez personas, de todas las edades, sin diferenciar mujeres, niños u hombres, miraban a la nada al tener el suero de control corriendo por sus venas.

Sintió una excitación abrumadora al saber a dónde se dirigían y con qué fin. Era el inicio del fin, el último pilar fuera de su control estaba por ser derrumbado.

No lo verían llegar, ataques múltiples en pueblos de aparente desinterés para los Peris, serían la perfecta fachada. Porque se decía que solo las grandes ciudades eran atacadas, que la guerra de Peris vs Normis tenía una base más gubernamental que de razas…

Era tiempo de ponerle fin a tan absurda ley de protección, de forzar a la comisión de derechos humanos a darle luz verde. Los Normis no servían, los Peris debían ser la raza única y dominante y él era el único con la capacidad de decidir quiénes servían y quiénes no.

Sacrificar a unos cuantos Mutis, por un absoluto control, lo valdría.

Ignasi se acercó con una tablet en la mano, movió cosas en ella antes de ver a los formados.

—Son los que están fuera de control, para detenerlos habría que liquidarlos —le recordó.

Reiku asintió, impasible.

—Que no queden rastros —ordenó antes de girarse para regresar al interior del hotel.

Ignasi regresó la atención a su tablet, verificó los primeros nombres y levantó la mirada. En la primera fila había menores de quince años, la sangre Peri los afectó a tal grado que los cambios se reflejaban en sus manos: Las uñas les crecieron de manera acelerada y eran tan filosas como unas navajas.

Los tenían sedados el noventa por ciento del tiempo porque eran como animales salvajes, algunos incluso llegaron a morder a agentes de menor nivel, logrando arrancar pedazos de piel. Pero había dos que eran sumamente peligrosos, que cargaban en su sangre las modificaciones del sobrino de la flor.

Reiku quería ver en acción esos poderes, apreciar qué tanto daño podían hacer. Por eso serían mandados al ataque principal donde un dron grabaría todo el desenlace.

A lo lejos vio el camión de carga ingresar al hotel, tras mirar a los agentes que rondaban al grupo de choque, les dio un leve asentimiento para que iniciaran con el plan.

Luego, levantó su brazo y presionó varias veces el smartwatch en su muñeca. Mandó un mensaje para que su grupo se alistara y lo esperara en la salida sur. Una sonrisa llena de emoción se formó en su rostro.

Por fin darían el golpe que tanto había estado anhelando. Vengaría su pasado y terminaría con los elegidos.

Zia abrió los ojos al sentir que algo se movió a su lado, volteó y vio a Sakura profundamente dormida

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Zia abrió los ojos al sentir que algo se movió a su lado, volteó y vio a Sakura profundamente dormida. Tras suspirar, puso el brazo sobre su frente. «Tan solo fue un sueño» pensó aliviado.

El poder en unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora