Dos como uno

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Lien y Ezra jadearon ante el agotamiento; no lograron mucho a causa del escudo que protegía a los agentes, tenían frente a ellos un enorme problema.

—Escogiste el lado equivocado, Lien, debiste permanecer con Reiku —gritó Ignasi desde su posición.

Ezra y Lien usaron una columna gruesa para protegerse de los ataques, no tenían manera de enfrentar a tantos, ni con sus poderes recién adquiridos.

—¿Y ser un lacayo del loco? No gracias —respondió el aludido al entornar los ojos.

—Estabas destinado a la grandeza —ironizó su enemigo en medio de una carcajada.

—Nunca sé qué quiere decir con eso —susurró Lien, irritado, a lo que Ezra se encogió de hombros.

Voces murmuraron y luego Ignasi rio con fuerza.

—Espero que sus novias no tengan nada que ver con cierta actividad en el laboratorio —se burló—. Estarían cayendo en una emboscada.

Lien y Ezra se miraron con temor y el segundo no tardó en tomar una decisión. No podía crear portales a lugares que no conocía, así que lo haría al lugar donde se dividieron. Con un movimiento hizo aparecer el líquido de colores y casi aventó a su amigo dentro.

—¿Qué haces? —preguntó este con enojo mientras evitaba cruzar.

El de lentes lo vio con dureza.

—Ve, yo me encargo de Ignasi —ordenó y cuando el otro intentó alegar, agregó—: No hay tiempo, Lien —gritó y finalmente lo aventó para después cerrarlo, no dándole tiempo de reaccionar.

Respiró con lentitud para calmar si estado, cerró los ojos y recordó a su prometida, pensó en aquel fatídico día en el que llegaron a su hogar para encontrarlo en llamas con sus padres atrapados en el interior.

Salió de detrás de la columna y miró a Ignasi fijamente, mientras recibía una mirada impasible.

—¿El traidor?

—Tenemos algo pendiente, Li —aseveró Ezra.

El otro lo miró y sonrió emocionado, les hizo un ademán a los agentes para que bajaran las armas y se tronó los dedos de las manos.

—Bien, Hayashi —susurró.

Levantó la mano a gran velocidad y energía azul, en forma de rayo, salió de ella, Ezra lo imitó y creó su esfera de energía, ambas impactaron con un gran estruendo y luego giraron en medio de ellos. Ninguno bajó la mano, ambos presionaron con ímpetu hasta que las energías explotaron, destruyendo muros y ventanales.

Ezra e Ignasi permanecieron de pie y se miraron con odio. Uno de los dos no saldría vivo de ese lugar.

Sakura abrió los ojos y descubrió que estaban en lo que había sido el comedor personal de su abuelo

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Sakura abrió los ojos y descubrió que estaban en lo que había sido el comedor personal de su abuelo.

—¿Disfrutaste la siesta? —preguntó Egan con sarcasmo.

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