Regresar o aniquilar

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Cuando Sakura y Zia caminaron por las calles de Shenzhen, descubrieron que había poca gente alrededor. Los que llegaron a ver corrían y se metían rápido a algún edificio o local como si estuvieran huyendo de algo.

Ninguno sabía cómo regresarían a Japón; dado lo presenciado, dudaban que hubiera vuelos.

—Tenemos que llegar al aeropuerto —señaló Zia.

Sakura se detuvo al vislumbrar en la esquina un bar donde había varias motos estacionadas. Hacía mucho que no se subía a una, las manos le hormiguearon ante ese pensamiento.

—Tengo una idea —murmuró y caminó en dirección al local.

Zia la miró extrañado, pero la siguió. Ella se detuvo junto a una Ducati color roja y pasó la mano a lo largo de ella con una sonrisa llena de melancolía, años de tomar sin permiso la moto de su hermano por fin le servirían de algo.

Su acompañante miró a su alrededor y luego la vio con el entrecejo arrugado, la chica estaba sacando unos cables de la parte de debajo del manubrio.

—Necesito con qué cortarlos —susurró ella.

Él volvió a observar su entorno y encontró unas botellas vacías de cerveza en la pared del bar, caminó y tras tomar una, la rompió. Volvió a ver a su alrededor esperando ojos curiosos, pero afortunadamente nadie salió.

—Dime cuáles —le dijo al acercarse y ella le señaló dos cables, uno rojo y uno negro—. ¿Segura que sabes lo que haces? —preguntó cuando hubo cortado lo indicado.

Sakura sacó una liga de su pantalón y amarró su larga cabellera, luego agarró un extremo de cable negro y uno del rojo.

—Cuando te diga giras el acelerador. —Zia la vio con desconcierto, pero puso su mano en él mientras la chica acercaba los cables—. Ahora. —En el momento en el que hizo lo pedido, ella juntó los cables y la moto arrancó con un gran rugido.

Zia la vio con asombro mientras ella se subía.

—¿Cómo...?

Sakura lo vio divertida.

—Mientras tú andabas de galán, yo estaba de rebelde —dijo con una pequeña sonrisa.

Zia hizo una mueca de molestia al no entender la referencia, pero se subió detrás de ella.

—Aledis tenía razón —murmuró y sintió a Sakura ponerse tensa, sin embargo, le besó el hombro derecho y dijo sobre su piel—: Eres un cofre de sorpresas.

Sakura se molestó un poco ante la mención de la otra chica, pero cuando echaron la moto hacia atrás y aceleró, todo sentimiento de enojo se fue. Hacía años que no disfrutaba del aire en su cara y la velocidad; era el mejor sentimiento del mundo... Después de la sensación de los labios de Zia en su piel, obviamente.

 Después de la sensación de los labios de Zia en su piel, obviamente

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