Sospechoso entrenamiento

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Sakura miró sorprendida su entorno, al parecer el pent-house donde vivían era más grande de lo que se imaginó. Siempre se preguntó a dónde llevaba la puerta corrediza que se vislumbraba al fondo del pasillo en el que se encontraba la lavandería.

Fue hasta ese día que descubrió que se trataba de una sala de entrenamiento que se dividía en tres: de un lado había varios aparatos para hacer ejercicio, al centro encontró colchonetas en el suelo y del otro lado pudo ver un lugar con blancos que servían para practicar con armas.

—¿Asustada? —preguntó Dara mientras se enredaba unas vendas en las manos.

Sakura negó, si hubieran visto el ala oeste del hotel sabrían que no cualquier cosa le causaba temor.

—Sorprendida, más bien —alegó—. ¿Cómo me van a entrenar? —preguntó con curiosidad.

La otra chica estiró sus brazos habiendo acabado con la tarea previa y endureció la mandíbula al recordar lo acontecido en la mañana. Zia le "ordenó" que entre ella y Lien entrenaran a Sakura, y lo pidió de esa manera porque sabía perfectamente bien que se negaría a hacer cualquier cosa con su ex.

—Soy experta en combate y Lien en armas; en eso te vamos a entrenar —respondió un poco molesta.

—También soy experto en combate —intervino el mencionado al entrar con una taza de café en la mano. Dara lo vio e hizo girar los ojos; estaba prohibido que ellos dos combatieran, sacaban todo lo que no se podían decir y las cosas se salían de control.

—Oh —musitó Sakura, pensativa.

—Dame tus manos —le pidió Lien al acercarse tras dejar su taza de lado, las chicas lo vieron confundidas, pero la castaña hizo lo pedido y él las acomodó de frente—. Párate con las piernas separadas a la altura de tus hombros y mantén las manos... así —explicó mostrando la postura.

Al reconocer la posición, Dara entorno los ojos con hartazgo, conocía el ejercicio y le molestó que lo fuera a hacer con la chica de ojos verdes.

Sakura hizo lo pedido con cierta confusión, entonces Lien empujó sus manos con las de él, provocando que ella cayera con facilidad.

—Tienes que poner duras las piernas, no te debo mover —explicó mientras la ayudaba a incorporarse con una sonrisa juguetona.

—Dímelo en mil años —musitó Sakura al regresar a la posición, aumentando la presión en las piernas.

El chico sonrió sabiendo que se debía tener mucha fuerza para no ser movido y que la volvería a tirar con facilidad. La empujó una vez más, pero ella solo dio medio paso atrás; esto sorprendió a sus dos acompañantes, quienes la vieron con las cejas alzadas.

—¿Qué? —preguntó Sakura al notar sus expresiones. ¿No era así el ejercicio?

Lien arrugó el entrecejo.

—Sin ofender, pero por tu aspecto físico no creí que tuvieras fuerza en las piernas —alegó, pensativo.

Dara pensó exactamente lo mismo, pero se lo guardó. Sakura se encogió de hombros tratando de restarle importancia al comentario.

—Supongo que servir tanto en el hotel me ayudó —se justificó, «y el diario pelear para que no me sacaran sangre, aguantar los castigos y torturas…» pensó con tristeza.

El chico frunció más el ceño al estudiar a la nueva por unos momentos.

—Regreso más tarde —murmuró y Dara lo vio confundida mientras salía.

—¿Qué haremos? —preguntó la que se quedó al observar el gimnasio.

La otra joven siguió su mirada y decidió que con lo que acababa de presenciar lo mejor sería saltarse el fortalecimiento de músculos y pasar directamente al entrenamiento de combate.

El poder en unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora