Amantes confrontados

32 7 3
                                    

Sakura se quedó en el piso del baño con ambas manos enredadas en su cabello, de vez en cuando soltaba suspiros para calmar su sollozo.

¿Cómo era posible que se sintiera morir?

Tal vez porque muy estúpidamente se enamoró de alguien que llevaba tan poco de luto. Al final, sintió que todo fue su culpa por esperar un final feliz junto a Zia.

Se limpió las pocas lágrimas que seguían recorriendo su rostro y se levantó, tras verse en el espejo, se echó agua en la cara y suspiró con pesadez.

—Debiste ser más inteligente —susurró.

Sintió su bolsa trasera vibrar, sacó el celular y vio que tenía un mensaje de Dara. Se suponía que subió por Zia para que comieran todos juntos y ya había tardado.

Bloqueó la pantalla, no quería hablar o ver a nadie, es más, no quería estar ahí.

Pensó unos momentos antes de salir decidida del baño, tenía asuntos pendientes con Reiku: sacaría a su familia de ahí y luego desaparecerían… trataría de olvidar todo lo que vivió los últimos meses.

Por primera vez en su vida se aferró a la idea de que su poder le sería de ayuda.

Se puso una chamarra que dejó en la cama y salió con esa idea en mente.

Zia ya no le impediría ir al hotel, pues definitivamente no eran nada.

En el hotel había una sala de conferencias, donde en el medio se encontraba una larga mesa con un proyector encima y tenía un gran ventanal que daba a la alberca, pero en ese momento las persianas estaban bajadas y la luz apagada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En el hotel había una sala de conferencias, donde en el medio se encontraba una larga mesa con un proyector encima y tenía un gran ventanal que daba a la alberca, pero en ese momento las persianas estaban bajadas y la luz apagada.

Zia se encontraba sentado en la silla de en medio, tenía los codos recargados en la mesa y las manos enredadas en el cabello.

La mirada de Sakura no lo dejaba de atormentar, había estado llena de traición, decepción y tristeza. Sabía que fue egoísta de su parte sacarla de esa manera de su vida y de la lucha. Pero su sueño, en el que Reiku la torturaba una y otra vez, le había estado dando vueltas en la cabeza desde hacía días.

No era que dudara del movimiento, o de que pudieran terminar con Reiku, pero ¿si algo fallaba?

No se podría concentrar en la batalla con ella en peligro.

—¿Zia? —Dara lo llamó al entrar y prender la luz.

Él se sobresaltó y parpadeó con desconcierto ante el brillo que lo deslumbró. Cuando ella lo observó mejor, reconoció la mirada atormentada en sus ojos, pues era la misma que Lien le dedicó después de su separación.

—Qué... —Empezó a decirle pero su primo se levantó con brusquedad y caminó al otro lado de la sala.

—No te metas, Dara —ordenó.

Ella lo vio con ojos entrecerrados, esa actitud sólo significaba una cosa, pero antes de que pudiera reclamarle algo, su tío entró con Obed y varios líderes.

El poder en unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora