🍁• ӀօՏԵ

440 51 9
                                    

Actualizando a las doce de la mañana :D

Dios, la inspiración de verdad no tiene horario.

Lloyd había continuado volando después de recibir las desconcertantes palabras de Zane. A diferencia de antes, ya no lo disfrutaba.

Sus alas batían el aire por encima de las nubes. Era relajante para él -al menos, desde que recordaba; es decir desde esa mañana-. Más de una vez había perdido el equilibrio por sacudir la cabeza, tratando de apartar sus pensamientos. Éstos se revolvían en su cabeza. Ligeros recuerdos que ahora sólo parecían sueños lejanos lo confundían. Recordaba a Zane, pero no sabía por qué. Recordaba a Kai, a Jay, a Cole y a Nya... Pero sus nombres no significaban nada. Ya no podía formar la imagen clara que antes tenía de sus rostros.

Se seguía preguntando quiénes eran ellos, por qué los conocía, por qué le resultaban importantes. Incluso aunque lo acabara de escuchar, se cuestionaba si su nombre realmente era Lloyd... Lloyd Garmadon. Se preguntaba quién había sido y qué había hecho antes de salir volando. Era como si su vida anterior se mezclara con una nueva, una no necesariamente mala.

Lloyd se había pasado todo el día volando. Tenía la sensación de que si se quedaba en tierra sufriría un ataque de nervios o algo parecido. Volar era lo único que lo mantenía más o menos calmado.

No llegó muy lejos. Había dado vueltas en círculos alrededor de ciudad Ninjago, procurando no bajar demasiado cerca de los edificios para evitar accidentes que involucraran espantar a los demás o clavarse alguna antena de algún edificio en el vientre.

Para cuando se puso el sol, Lloyd se relajó. La oscuridad lo cobijaba, le hacía sentir seguro. Veía mejor de noche que de día. Viéndose a salvo, con todas las personas dormidas y refugiados en donde no lo podían ver, finalmente Lloyd decidió bajar a tierra firme por primera vez en muchas horas.

Aterrizó en el suelo con los pies adormecidos. Poco le faltó para perder el equilibrio. Sintió un dolor punzante en las alas y el cansancio en su cola se hizo notorio. Realmente estaba cansado. Le pesaban los párpados, pero por alguna razón la oscuridad le daba fuerzas para seguir de pie.

Consideró recostarse en un árbol y dormir un poco, no demasiado para que se le acabara la noche y pudiese disfrutarla. Fue cuando algo le pesó en el bolsillo de su pantalón sucio de pijama. Metió la mano en él y sacó un aparato redondo, el mismo por el que había oído hablar a Zane hacía unas horas. ¿Por qué no lo había tirado?, se preguntó. Seguramente tenía un rastreador. Si no se apartaba de él dejaría de disfrutar la noche solo.

Pensó en volar hasta Ninjago para tirarlo desde lo alto hasta algún edificio alto. Pero cuando extendió sus alas de nuevo hizo una mueca de dolor. Se había excedido ese día. Sus alas eran una nueva parte de su cuerpo, y él las había utilizado todo el día. Sería el dolor muscular, pero si volaba unos metros más se desgarraría algo, estaba seguro.

No queriendo herirse, decidió que era mejor tratar de averiar aquel artefacto. Lo tiró al suelo y lo pisó con fuerza varias veces. Cuando lo miró de nuevo estaba roto, pero no había dejado de brillar.

Entonces un recuerdo volvió con un repentino y fuerte dolor de cabeza que le arrancó un gemido y lo hizo llevar una mano a su frente. Vio en su memoria las sonrisas de los ninjas. Lloyd escuchó con un escalofrío su propia risa, que ahora mismo sonaba distante. No la había pronunciado en mucho tiempo. Se preguntaba por qué.

Los ninjas... eran sus hermanos. Eran su familia. Eran las personas con las que había crecido, las que lo habían hecho feliz. ¿Por qué ahora guía entonces? ¿Por qué le aterraba verlos?

Lloyd retrocedió tambaleándose. Los recursos le arrancaban energía. Lo hacían dividirse en dos con un casi insoportable dolor de cabeza.

Debía hallar respuestas... Debía ver a los ninjas.

Si en serio a ellos les importaba Lloyd, entonces irían a buscarlo. Y cuando eso pasara, los vería. Suponía que sabría qué hacer. Tal vez así dejaría de dividirse y de vagar sin ningún rumbo.

Lloyd cerró los ojos y se concentró para poder volver en sí. Cuando lo logró, se trepó a un árbol, pegando sus alas contra su cuerpo para no rasguñarse con ninguna rama, y se colocó en una pocisión cómoda entre las sombras de las hojas, con la vista plantada en el rastreador, aún tirado en el suelo.

Ahora sólo esperaría a que alguno de los ninjas aparecieran... y sabría entonces qué hacer. O eso suponía.

🖤 ° Nɪɴᴊᴀɢᴏ | Oɴɪ ʏ Dʀᴀɢᴏ́ɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora