🍁• ϲօմɾɑցҽ

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Una inhalación, una exhalación. 

Fue lo único que escuchó: su propia respiración, antes de que su vista se aclarara.

Al principio, Kai pensó que, de alguna manera, había perdido la visión. Era un cuarto enteramente blanco que se extendía innumerables kilómetros más allá de sus ojos.

Con una mano se apoyaba en el suelo. Su rodilla también le daba soporte. Se levantó, aturdido, sin saber en dónde estaba o... qué había pasado.

Una silueta apareció enfrente de él. Al instante supo que no era peligroso. Su instinto le indicaba lo contrario que sus sentidos: corre hacia ella.

Kai entendió el porqué. La persona que se acercaba... era Lloyd. Divisó su rostro dos segundos antes de que él se apresurara a su encuentro. El rubio lo abrazó sin decir nada. Sollozaba.

—Perdóname —dijo con voz entrecortada, aferrando sus manos a la sudadera de Kai como si en ello se le fuera la vida. Tal vez era lo único que le brindaba soporte en el momento.  

Hubiera querido decir cualquier cosa. Hubiera querido arreglar todo con un simple gesto. Pero allí estaba, Kai, sin poder formular palabra, sin poder envolverlo con sus brazos. Toda la situación había vuelto repentinamente a su mente... todo el dolor de golpe... lo sentía de nuevo. El nudo en su garganta no lo dejaba respirar.

Lloyd se separó ligeramente. Kai vio su rostro: la frente perlada de sudor y sus pupilas reflejando un miedo que jamás le había visto antes. Miraba directamente hacia atrás.

—Tenemos que irnos —tomó la mano de Kai, y lo arrastró corriendo hacia la dirección contraria, lejos de lo que sea que estuviera a su espalda.

Kai miró sobre su hombro mientras trataba de no tropezar. La habitación no era blanca en su totalidad; una ola de oscuridad se alzaba sobre gran parte del lugar.

—Está muy cerca —oyó murmurar a Lloyd.

El extenso fenómeno no se acercaba. Kai decidió que tenían algo de tiempo.

—Lloyd, espera —le dijo, tratando de frenarlo. El contrario siguió—. ¡Lloyd!

Kai soltó su mano. El chico se detuvo y lo miró sin entender.

—¿Dónde estamos? —fue lo primero que preguntó.

Lloyd, con aquellos simples metros que había corrido, se veía aún más cansado.

—N-no lo sé —parpadeó y vio el suelo, pensativo, como si la duda fuera algo que no se hubiera formulado—. Los dragones son criaturas de la creación. E-es un... sueño.

Kai miró a su alrededor.

Pesadilla, será.

—¿Lo has creado tú?

Lloyd asintió.

—No puedo seguir... huyendo.

Kai sintió su pesar en su voz. Se acercó, un poco librado de su aturdimiento, repentinamente feliz de que su amigo volviera. Aquella persona que era especial... aun si no reflejaba su oscura descendencia... allí estaba. No sabía cuánto había extrañado sus ojos hasta que los vio, libres de la nubosidad de los Oni o del brillo, incluso, de los dragones. No sabía cuánto extrañaba el suéter verde claro que siempre llevaba puesto.

Sólo era Lloyd. Su ligero semblante. Era suficiente.

Esta vez fue el ninja rojo quien brindó el abrazo al primero. Apretó los ojos, dejando escapar una lágrima, miserable por hacerlo ver tan débil. 

Lloyd fue quien soltó el llanto. 

A Kai le partía el corazón, pero... sabía que lo necesitaba, después de tanto tiempo de haber estado solo, luchando con la bomba de tiempo que al final terminó por estallar.

🖤 ° Nɪɴᴊᴀɢᴏ | Oɴɪ ʏ Dʀᴀɢᴏ́ɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora