/23/ Dolor

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/ Kei /

Me iba a volver loco.

¿Por qué diablos había escogido a la persona más difícil de odiar para que me pasase todo esto? Esto me pasaba por ser idiota y abrir el corazón. Si hubiese tomado advertencia de las palabras de Yamaguchi aquel primer día, tal vez no estuviese en esta situación ahora.

O tal vez sí. Tal vez esto era inevitable y estaba predestinado. La hija del demonio había firmado un pacto con su ancestro para acabar conmigo de la peor manera posible.

¿Pues sabéis qué es lo peor? Que ella no tenía nada de culpa. Que tenía derecho a elegir a otros chicos sobre mí, y a llevarse conmigo como si fuera un simple amigo.

Pero para mí no era suficiente, porque yo quería algo más de ella. Mucho más, a decir verdad. Por lo que, si no quería salir peor parado, tenía que cortar por lo sano.

Aunque me costase la vida.

Era la única solución que tendría éxito según mi lógica; ignorarla. Tratar de distanciarme de ella hasta que me acostumbrase a no necesitarla.

De momento era horrible, pero pensaba que al menos, en el futuro, terminaría funcionando.

Pero aún caía ante la tentación de desviar mi atención para contemplarla; para escuchar sus ocurrencias, y para admirar su sonrisa.

Aún sentía debilidad por ella.

No sabía cómo, pero había conseguido sobrevivir hasta el viernes. Por fin tendría todo el fin de semana por delante para no verme obligado a compartir su espacio.

Y menos mal. Porque desde el martes, las cosas entre nosotros se volvieron un poco más tensas.

Mira que ella era una persona extremadamente perseverante; no te dejaba en paz hasta que hicieses lo que quería. Pero, por algún motivo, esta vez no se vio capaz de insistirme tanto en nada.

Y, después de haber estado pasando de ella de una manera brusca y cortante, había acabado desistiendo.

Ya no me preguntaba a cada rato qué era lo que me pasaba, ni toqueteaba mi hombro sin parar hasta que le respondiese. Ya no me enviaba mensajes, ni iniciaba la conversación.

"Se ha cansado."

Y sabía que todo esto sucedería desde ese mismo lunes, cuando vi reflejada en sus pupilas la expresión de mis ojos.

Probablemente ella pensase que la estaba reprendiendo con decepción y frialdad. Y tal vez fuera mejor que pensase eso.

Pero la verdad era que, a través de sus ojos, pude ver el dolor con el que la estaba mirando. La dolorosa sensación de no poder mirarla a la cara, de retener la sonrisa cuando ella la esbozaba o de no sentir el tacto de sus maravillosos abrazos que me volvían loco.

Pero así, según mis maneras, era así como las cosas tenían que funcionar.

"Pierde el interés por lo que no quieras llevarte una decepción."

El problema era lo difícil que era perder el interés.

—Oye, Tsukki —interrumpió Yamaguchi mi monólogo.

Me despegué los auriculares de los oídos y alcé la mirada para verle.

—Te he dicho que en los descansos me gusta estar a solas.

—Eso ya no es verdad—me corrigió Yamaguchi—. No hay necesidad de que le vuelvas a perder el gusto por bajar con los demás al recreo. No tienes por qué hacer esto así.

—Es la única manera si no quiero salir mal parado. Además... Ya no tengo ganas de ir al patio a hablar de nada.

Yamaguchi miró al suelo por unos instantes.

—Ella lo está pasando mal por ti.

No pude evitar fruncir el ceño, pensativo. Había escogido meticulosamente sus palabras, consciente de que provocarían un terrible efecto en mí.

Porque sabía mejor que nadie que me sentía fatal por ello.

—Oye, Tsukki... —Carraspeó—. Me tengo que ir al médico, y Reo sigue mala. ¿No podrías irte hoy con Ryoko?

—Que se vaya con Midoriya.

—¿Acaso has visto tú que se hablen mucho ahora?

En absoluto; Midoriya, como siempre, había hecho con ella lo que le había dado la gana, para luego hacer como si ya no existiese.

Algo que, ciertamente, causaba un mar de emociones negativas revueltas en mi interior, con los celos y la rabia al mando.

Aunque, a decir verdad, Midoriya no mostraba la completa indiferencia de siempre con Ryoko, a diferencia de con sus otras víctimas. Era como si se hubiese quedado con las ganas de algo más.

"Encima te quejarás de la suerte que tienes."

—Yo ya la avisé de que iba a pasar de su puta cara. Así que no es mi problema.

—Pero te importa.

Este era el problema de que las personas te conociesen tan a fondo; que sabían perfectamente qué decir para darles por completo la razón.

Pues sí, Yamaguchi; me preocupaba demasiado por ella. Otro enorme inconveniente en mi tarea de superarla.

No pude contener un enorme suspiro.

El pecoso terminó de recoger sus cosas y se cargó la mochila en la espalda, despidiéndose de mí con la mano antes de desaparecer por la puerta del aula.

Tras sobrepensar por un largo rato, llegué a una conclusión.

"Tal vez hoy vaya un poco más cerca, para que tampoco se vuelva sola."

Estás loca ☆Tsukishima x tú☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora