/Kei/
—¿Qué tal has dormido, Ryoko? —Preguntó mi madre al vernos bajar a la cocina.
Ryoko tenía el pelo mojado, ya que se había dado una ducha. Caían algunas gotas de agua de su flequillo a sus pequeñas pero adorables pecas, y mostraba su característica sonrisa.
—He dormido estupendamente, señora Tsukishima. Muchas gracias por permitir que me quedara a dormir —respondió ella, haciéndose la "niña buena".
—¡Ay, pero qué amor de chiquilla! —Exclamó mamá, haciendo quedar a la familia en ridículo mientras la abrazaba—. ¿Cuándo os pensáis casar?
Aquello fue la gota que colmó el vaso. Esto no ayudaba en nada respecto a lo que descubrí anoche.
—No digas estupideces, mamá —dije, tratando de apagar el fuego que sentía por dentro del estómago.
En cambio, Ryoko tan sólo rió ante el comentario de la vieja drogada. Sabía controlar muy bien los sentimientos.
—Bueno, bueno... —Intervino mamá de nuevo—. La acompañarás hoy, ¿no, Kei?
- Que sí...
No voy a contar mucho del resto de lo que ocurrió en mi casa, ya que no había mucho que decir. Espero que baste con excusarme con que Ryoko estuvo a mi lado casi todo el tiempo, y absorbía aproximadamente el noventa y siete por ciento de mi atención.
El camino a su casa... Fue raro.
Ella parloteaba sin parar, como siempre... Pero yo, aquel día, no podía seguirle el ritmo en su incesante charla. Me quedaba en blanco, o no le prestaba atención del todo. Creo que era porque me perdía en su mirada, o tal vez porque lo único que parecía que sabía hacer en aquellos momentos era mirarla, evitar que el corazón me estallara y responder algún que otro "sí".
En poco llegamos a su hogar. Pareció percatarse de algo y se palpó un par de veces, nerviosa, los bolsillos del abrigo.
—Mierda...
—¿Qué pasa?
—Me dejé las llaves en casa.
—¿Y? Puedes llamar al timbre.
—¡Tú no lo entiendes! Es por tu bien... Como llamemos, nos va a abrir mi hermano sí o sí, y ya sabes que...
—Me odia —adiviné, a lo que ella asintió—. Da igual, no me da ningún miedo. Aunque, si quieres, mejor me voy ya.
—Sí...
No tuvo tiempo siquiera de terminar la frase. La puerta se abrió furiosa, de par en par, mostrando a un chico casi tan alto como yo, y básicamente... ¿La versión masculina de Ryoko?
Poco más y también me gustaba el cuñado.
—Os he oído —dijo, con una voz pretenciosa y cierto mal genio—. Al fin nos conocemos, Tsukishima...
Su aguda mirada podría matar a cualquiera... pero no a mí. A mí me parecía ridícula.
—¿Y tú eres...? —Mentí, tratando de que saltara como un perro rabioso.
—¡Se acabó! —Gritó desesperado, haciendo realidad mis expectativas—. Yo me lo cargo.
—Ni lo intentes —se unió Ryoko, agarrada de mi brazo—. Deja de comportarte como el animal que eres, Takeshi.
—Suéltalo. Es un ser venenoso.
—No —dijo ella, haciéndole una mueca de burla—. Te jodes y bailas... —Empezó a canturrear.
Su hermano estaba a punto de explotar de furia, y yo de la ilusión de que me agarrara del brazo. No sabría decir quién de los dos parecía más tonto en aquel instante.
—Bueno —me calmé—. No quiero causar problemas. Tan solo venía a dejar a tu hermanita sana y salva en casa, tanto que insistes siempre como un pesado...
En un principio todo iba bien; hasta que oyó la última parte de mi frase y se cabreó bastante.
—Escúchame, capullo: como vea que tocas, te acercas, o simplemente miras a Ryoko... Te dejo sin esos huevos que tienes para molestarme. ¿Está claro?
—Tira para adentro —dijo la harta de Ryoko, arrastrando a su simpático hermanito hacia dentro de la casa—. Nos vemos en el colegio, Kei. ¡Bye!
—Adiós... —Dije, no muy seguro, ya que no se oían más que gritos tras que la puerta de aquella casa se cerrara.
Una sonrisa cínica se instauró en mi cara. A pesar de lo que me había contado la loca, ese tío me caía fatal, pero por lo menos resultaba gratificante que alguien se ponga de tu lado en las discusiones.
A-aunque no lo necesite.
Ya conocía a su hermano, y solo podía decir dos cosas de él. La primera: que le caía mal; y la segunda: que me caía mal.
Así que estábamos en paz.
Aparte, tenía a Ryoko de mi lado, lo que me daba infinitos puntos de ventaja.
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Estás loca ☆Tsukishima x tú☆
FanfictionSegún él estabas loca; así es como explicaba que no odiases su personalidad, que tantos problemas causaba a los demás. Pero ¿por qué ibas a estarlo? Pensabas que más bien eras tú el diablillo de la relación, mientras que Tsukishima era un ángel (aun...