/Ryoko/
Kazuki abrió la puerta del portal y me invitó a pasar primero con un gesto caballeroso, cual correspondí con mis pasos entrecortados.
Movía mis pies en automático, con el cuerpo en aquel pasillo pero la cabeza en lo que había pasado antes.
Desde que estuve a solas con él en aquella cafetería... Estaba bien, pero no como siempre. No era como las otras quedadas del fin de semana, con Tadashi, Reo o Kei. Todo era más...
Superficial.
Eso no quitaba que Kazuki hubiese sido muy agradable conmigo. Me invitó a todo y me daba mucha conversación. Y, bueno, ya se sabe que era guapísimo.
Pero ya está.
Cuando salimos a la calle y llegamos hasta el portal, mi cerebro se detuvo por un momento cuando Kazuki me invitó a entrar, recordando las palabras de Tsukishima:
"Pues ten cuidado con ese tío. Que no te suba a su casa."
Jamás me ha gustado que me diesen órdenes, y sabía que Kei no tenía por qué entrometerse en nada que tuviese que ver con Midoriya.
Sin embargo, en aquel instante, un cosquilleo me recorrió todo el cuerpo desde los pies hasta arriba, sintiendo el calor metafórico de su sentimiento de protección sobre mí. Algo que me encantaba, a decir verdad.
Tras recordar las palabras de Kei y dudar por varios instantes, decidí optar por dar un paso adelante y acceder a la propuesta de Kazuki, sabiendo lo que iba a pasar.
Y justo tras dar aquel primer paso, mi alma se detuvo.
En el reflejo de la puerta de cristal, me pareció ver la silueta alargada de Kei en la acera de atrás, marchándose en dirección contraria.
Algo en mi corazón sufrió un punzante pinchazo.
Sentía la necesidad de ir a saludarlo, de irme con él a donde quiera que fuese, sin siquiera estar segura de si era él o no.
Y desde aquel primer paso, todos los posteriores fueron mucho más pesados, como si estuviese luchando contra un vendaval devastador que trataba de arrastrarme hacia atrás.
Como si estuviese eligiendo entre Kazuki y Kei y estuviese tomando la decisión incorrecta.
Llegamos al cuarto piso, y las puertas del ascensor se abrieron. Midoriya llevaba todo este tiempo hablándome sobre algo que me importaba tan poco que ni en ese momento me enteré de lo que era. El corazón me latía demasiado deprisa, ansioso, fruto de los nervios del posible...
¿Arrepentimiento?
Y todo porque Kei me dijo aquello.
Pero ¿desde cuándo me importaba tanto lo que me dijese él?
No tenía ni idea, pero en aquel momento tan solo tenía ganas de bajar las escaleras a toda prisa y salir a buscar a Kei, si es que era él a quien había visto en el reflejo, y desaparecer de la vista de Kazuki.
Pensé en dar un paso más con él porque, aunque no fuera el tío con más personalidad del mundo, era guapísimo. Pero es que Kei, por ejemplo, era el hombre más inteligente, entretenido e interesante del mundo, y tampoco era feo.
Para nada, de hecho.
Kazuki abrió al fin la puerta de la casa. Entré, dudosa, al interior de la vivienda.
Por primera vez en toda la tarde, me planteé si estaba segura de lo que hacía.
"¿Qué estás haciendo, Ryoko?"
A mis espaldas se oyó la puerta de la casa cerrarse y, justo entonces, unos fornidos brazos envolvieron mi cintura.
Sentí la fuerte respiración de Kazuki en mi cuello, y a continuación recibí un beso en el mismo sitio.
Me giré al momento, nerviosa, para enfrentar el problema de cara, encontrándome de bruces con sus ojos azules.
Como la misma escena en la que días atrás me encontré con los de Kei.
Y justo con aquel recuerdo, intervino en la escena un rayo de luz dorada del atardecer que irradiaba desde la ventana, iluminando su rostro y sus pupilas.
Una luz del mismo color que los ojos de Tsukishima.
De repente, fruncí el ceño.
"Tendrás unos ojos bonitos, pero estoy segura de que los de Kei son aún más preciosos."
Justo en aquel instante, agarré por acto reflejo las mejillas de Kazuki con mis manos, quien estaba a punto de besarme, apartándolo de mí. El retiró los brazos de mi cintura, confuso, y yo di un paso hacia atrás.
"Mierda, mierda, ¡mierda!"
Lo empezaba a entender todo.
—No quiero.
—¿Qué no quieres? —Me preguntó.
—No quiero nada de esto. Lo siento.
Sus cejas se arquearon y entreabrió levemente la boca, como señal de estupefacción. Creo que era la primera vez que una chica no hacía realidad sus deseos en el acto.
No quise explicarle el motivo de mi retracción porque no era algo que él tuviese que saber.
Le rodeé, me despedí educadamente y abrí la puerta de la casa. Bajé a través del ascensor y llegué a la calle.
Extrañamente, cuando comencé a sentir el aire fresco del exterior rozar mi piel y a escuchar a otras personas a mi alrededor, una reconfortante sensación de alivio me hizo suspirar.
Miré hacia los lados, pero la figura de Kei ya no estaba.
"Si no hubiese subido arriba, me habría ido con él."
Decidí volver a mi casa andando, por muy lejos que estuviese. Necesitaba aclarar tantas cosas en mi cabeza...
Aunque el problema principal estuviese más que claro.
Aquel motivo de mi retracción, cual Kazuki no tenía por qué saber.
La razón por la que me di cuenta que no me gustaba él para nada, y que tan solo pensaba en la compañía de Kei una y otra vez.
El porqué de todos aquellos "mierda" que habían pasado por mi mente cuando vi que aquellos ojos a los que admiraba no eran los que deseaba.
Porque lo único que deseaba era estar con Kei. Quería que él fuera quien me subiese a su casa; que me agarrase por la cintura, me diera cortos besos en el cuello y sellara mis labios con los suyos.
Quería conseguir un "te quiero" por su parte.
Y justo cuando completé el trayecto hasta mi casa, todas las piezas del puzle encajaron, y mi discurso se concluyó por sí solo en mi cabeza.
"Todo lo que quiero es a Kei."
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Estás loca ☆Tsukishima x tú☆
FanfictionSegún él estabas loca; así es como explicaba que no odiases su personalidad, que tantos problemas causaba a los demás. Pero ¿por qué ibas a estarlo? Pensabas que más bien eras tú el diablillo de la relación, mientras que Tsukishima era un ángel (aun...