/Ryoko/
Sábado por la tarde. Por primera vez en mi vida, me preocupé de llegar a tiempo a algún sitio. En este caso, la casa de Tsukishima. Y es que estaba tan nerviosa y confusa por nuestra relación durante aquella semana que lo hice todo corriendo, casi volando, con tal de que no me echase la bronca.
Aunque también creo que era porque en el fondo, a pesar de que estuviera mosqueada por su actitud, era incapaz de aguantarme las ganas de verlo.
Hacía que se le echase de menos.
Llamé al timbre de la casa a la que ya tantas veces había accedido. Cuando Kei abrió la puerta, parecía no dar crédito a lo que sus ojos estaban viendo. De hecho se los frotó con sus puños, y varias veces.
—No puede ser. ¿Tú? ¿Llegando a tiempo?
Aunque mantuviese aquella barrera gélida de frialdad, era incapaz de aguantarse un comentario de los suyos.
Algo que me hizo sonreír.
Sin embargo, aún quería mantener un mínimo de dignidad, por la deplorable manera en la que me había tratado esos días.
—No quería darte más motivos para enfadarte conmigo.
Se quedó mirándome fijamente, hasta que desvió la mirada a un lado y optó por ignorar mi observación.
"De aquí no me voy hasta que averigüe qué te pasa."
Subimos las escaleras hasta su dormitorio. La conversación era mínima, lo justo para ser cordial y educada. Cada vez que intentaba sacar un tema más profundo, algo dentro de mí me cortaba en el acto, como si tuviese miedo a fastidiar lo poco que quedaba estable en aquel momento con Kei.
Aunque yo no tuviese la culpa de nada.
¿Verdad?
Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando accedimos a su cuarto. Para mí, más de una semana sin pisar aquel segundo hogar era como una eternidad. Echaba de menos sus libros y sus figuritas de dinosaurios.
—¿Has cambiado el cuarto?
—Sí, un poco.
Kei me invitó a sentarme en su silla del escritorio, y él se sentó al lado, en otra que había traído de la cocina.
—Acabemos con esto cuanto antes.
"Qué remedio..."
Siempre me había gustado trabajar con Kei porque era una persona que tomaba decisiones inteligentes. No te hacía perder el tiempo. Todo era calidad.
Por lo que, incluso cuando cooperaba conmigo porque no le quedaba otra, hacía las cosas bien.
En un momento cualquiera, llamaron a la puerta de la habitación.
—¡Sorpresa! —Apareció Akiteru con su habitual carisma.
Kei, en vez de echar a su hermano de allí a patadas y maldecirlo en siete idiomas distintos, esbozó una mínima sonrisa y continuó la conversación.
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Estás loca ☆Tsukishima x tú☆
FanficSegún él estabas loca; así es como explicaba que no odiases su personalidad, que tantos problemas causaba a los demás. Pero ¿por qué ibas a estarlo? Pensabas que más bien eras tú el diablillo de la relación, mientras que Tsukishima era un ángel (aun...