/30/ Vuelta al trabajo

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/Ryoko/

Hoy era... Un día normal y corriente, a decir verdad; no tenía nada de especial. Las vacaciones de Navidad terminaron hace poco, y todo el mundo estaba deprimido por ello.

Pocos motivos había para mantenerse alegre; uno de ellos, para los obsesos de mis compañeros de equipo, era volver a jugar al voleibol en el pabellón.

—¿Qué tal las Navidades, Ryoko? —Me preguntó Ukai cuando me vio aparecer por la puerta del gimnasio.

—De las mejores hasta la fecha —respondí, recordando las citas con Kei.

Como venía con las pilas cargadas después de todos aquellos días de descanso, no paré de llevar botellas y balones de un lado para otro, sorprendiendo al entrenador por mi "entusiasmo".

No pasó mucho tiempo cuando Nishinoya y Tanaka llegaron. Al verme, se les iluminaron las caras, y rompieron a llorar. No exagero.

—Ryoko-san, ¡te hemos echado muchísimo de menos!

Era majestuoso que estuvieran arrodillados ante mí mientras me lloriqueaban; te subían el ego. Aunque Ukai no les dejó decir alguna otra "tontería", según él, ya que se los llevó de mi lado a calentar para que no me distrajesen.

Aunque me atrevería a decir que era yo la que los distraía a ellos...

—¡Qué alegría volver a verte, Ryoko! —Exclamó Sugawara al llegar con Daichi.

La verdad es que a Suga sí que se le echaba de menos.

En los siguientes veinte minutos llegaron Shimizu con Yachi, Asahi, Kinnohita, Narita y Ennoshita, y cada uno se fue a practicar o preparar lo que le correspondiese. Todos parecían muy motivados de cara al nuevo año.

Y luego, cómo no, aterrizaron los cuatro trastos de siempre.

—¡Te he vuelto a ganar, Kageyama...! —Celebraba Hinata—. ¡RYOKO-SEMPAI!

Con las mejillas sonrosadas, se acercó a mí a través de saltitos desbordantes de felicidad.

—¡Te hemos extrañado muchísimo! ¿Por qué no te hemos visto durante las vacaciones?

—Porque... Estuve enferma—mentí.

"Porque tenía cosas más importantes que hacer, como estar con el rubio que te cae tan mal."

—En ese caso, me alegra que ya estés bien.

—Gracias, Hinata —dije mientras le revolvía un poco la cabellera pelirroja—. Oye, ¡tienes un pelo súper suave!

—A-ah, ¿sí? —Preguntó, visiblemente colorado—. Gracias...

"Es como un cachorrillo demasiado adorable."

Mi conversación con la mandarina parlante se vio interrumpida por la persona más contraria a ella que podía existir.

—Deja de babear y vete a calentar ya, enano —lo amenazó Kei, mientras lo apartaba de mí de un empujoncito sin esfuerzo.

Sonreí de lado.

—¿Se puede saber a qué viene esa territorialidad? —Pregunté, sorprendida.

Aún no le habíamos contado a ninguno de los presentes sobre lo nuestro, salvo a Yamaguchi.

—¿Pero qué dices? —rehusó—. Te estoy haciendo un favor, para que no te contagie la estupidez que lleva dentro.

Y dicho lo cual, se metió las manos en los bolsillos y fue a hablar con el entrenador.

Estás loca ☆Tsukishima x tú☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora