/22/ Frialdad

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/Ryoko/

Odio estar enamorada.

Odio perder el control sobre mis propias acciones, o verne incapaz de realizar algunas. En este caso, había estado esperando todo el fin de semana para que me escribiese un mensaje, me llamase, o me compartiese un vídeo, pasando por alto el hecho de que podría haberlo hecho yo misma.

Pero, desde el sábado por la tarde, no me dijo nada. Y como el amor me volvía estúpida, yo tampoco hice nada al respecto.

Pues la cosa se puso peor cuando llegó el lunes.

Llegué a la esquina en la que quedaba con Tadashi y Kei todas las mañanas para ir al colegio. Ya estaba allí Yams esperándome, solo.

—¿Y Kei? —Pregunté.

—Me ha dicho que le apetecía irse solo.

"¿Es en serio? ¿Cuando más ganas tengo de verle?"

Aunque la ausencia de mi rubio fuese algo que me incordiase, aproveché para conversar largo y tendido con Yamaguchi. Y, al final, el camino se hizo más corto de lo que pensaba.

Por fin llegamos a la Preparatoria. Tras saludar a varios, subimos las escaleras y accedimos a la clase 1-4.

En efecto, allí ya estaba él. Sus auriculares plateados descansaban sobre sus cervicales; estaba apoyado en el borde de la mesa, y con sus penetrantes ojos del mismísimo color del oro, miraba espectante a la puerta, como si estuviese esperando algo.

"Este chico me gusta demasiado."

Entonces, nuestras miradas se cruzaron. Apartó la mirada nada más verme, justo antes de que yo lo fuera a hacer, comprobando que la suya me ponía nerviosa.

Dejé las cosas desperdigadas por lo alto de mi mesa, pues estaba ansiosa por hablar con él.

—¿Qué te ha pasado este finde?

—Nada.

—Uy, qué seco —traté de chincharle.

Fue extraño; en vez de soltar un pequeño gruñido o responderme con sátira, como habría hecho en cualquier otra ocasión, se limitó a dejar escapar un fuerte suspiro.

—Oye, pero en serio...

Justo en ese momento Kageyama se asomó por la puerta, interrumpiendo mi frase.

—Tsukishima; ven un momento.

Y ahora fue aún más extraño; en vez de mandar a callar a Kageyama con un comentario cínico y pedirme que terminase la frase, se levantó y fue con él sin decirme nada, dejándome completamente estupefacta.

La profesora de español entró en el aula y la clase dio comienzo, obligándome a dejar las reflexiones para más tarde.

Las clases de la mañana fueron demasiado aburridas; Yoshikawa había faltado, Yamaguchi estaba en la otra punta de la sala y Kei pasaba de mi puta cara. Daba igual lo mucho que le molestase tocándole el hombro una y otra vez; no se giró ni una sola vez.

Al principio pensé que sería como siempre; que estaba aguantando hasta que explotase y me preguntase un "¡¿qué coño quieres?!" de la manera más borde posible. Pero, esta vez, hizo algo que me descolocó completamente.

Levantó la mano y preguntó:

—¿Puedo sentarme delante?

Mi cara de no dar crédito a lo que mis ojos veían era un completo poema.

"Pero ¿este de qué va?"

Ahora la clase fue incluso más aburrida.

Cuando la hora terminó, me levanté de mi sitio de un bote y me acerqué a paso rápido hacia el rubio, quien ni se había molestado en volver a su sitio original. Se había vuelto a poner los auriculares, y miraba al infinito.

—¿A qué ha venido eso de cambiarte de sitio?

No obtuve respuesta alguna.

"Me estoy empezando a cabrear."

Viendo que no se dignaba siquiera en mirarme, traté de llamar su atención posando mi mano en su hombro.

—¿Qué te pasa...?

—¿Me quieres dejar en paz? —Saltó al momento, moviendo levemente el hombro para que dejase de estar en contacto con mi mano.

De acuerdo; eso sí que fue personal.

Justo entonces sonó el timbre de la próxima clase, dejando a mi cerebro completamente saturado de información que era incapaz de procesar.

Esto no tenía ni pies ni cabeza.

¿A qué venía todo esto? Yo no le había hecho nada malo, por muy extraño que pareciese. No tenía motivos para estar así conmigo.

Pero, por algún motivo que desconocía, su rechazo era el peor que podía recibir por aquel entonces. Un gesto tan simple, tan tonto, como fue deshacerse de mi mano por decisión propia, fue algo que me hizo sentir un inquietante vacío expandiéndose por mi interior.

De nuevo, volví a sentir un pinchazo en mi corazón.

Pero espera, que la cosa no acaba aquí.

A la hora del recreo, Tadashi y yo íbamos a bajar, cuando nos percatamos de que Kei no se movía de donde estaba.

—Tsukki, ¿no bajas? —Se le acercó Yamaguchi.

Por un momento, Kei se retiró los auriculares. Me miró un segundo, un instante que pareció una eternidad, y algo en sus ojos fue capaz de transmitirme esas emociones apagadas que desprendían.

Decepción y frialdad.

—Bajad vosotros.

El pinchazo regresó, con un dolor mucho más agudo que todas las veces anteriores.

Por muy cabreada que estuviese ante su actitud, no me gustaba ver a la gente sola en ningún lado.

Me acerqué a él y me senté a su lado, observándolo fijamente.

—No quiero que estés aquí solo. O bajas, o me quedo aquí contigo...

—No —me interrumpió, con un suspiro de por en medio—. Por favor, vete.

Me quedé mirándolo por unos instantes. Ya se había vuelto a colocar los auriculares en sus oídos, y con la mirada perdida, pero sin dejar a un lado su expresión melancólica, se quedó ahí, en silencio.

Sin decirme nada más.

Respiré hondo, conteniendo las emociones. Sabía que su rechazo me dolía internamente como el que más, y eso aumentaba la gravedad del dolor.

Porque yo le quería, y mucho, pero él me estaba demostrando lo contrario.

Odiaba que me confundiera tanto.

Acabé levantándome de la silla y, con pasos lentos, tratando de retrasar lo máximo posible aquel momento, me fui de allí con Yamaguchi.

"No puedo hacer nada más."

Estás loca ☆Tsukishima x tú☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora