Capítulo 5: No todo es una mentira.

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Macaque abrió los ojos lentamente mientras buscaba mayor comodidad en la cama, una cama que por alguna razón era aún más cómoda, y...

Olía demasiado a Wukong.

Le molestaba, pero por alguna razón le hacía sentir seguridad. Fue entonces que realmente despertó y tomó asiento en la cama, mirando alrededor.

No estaba en la habitación. Macaque ahora estaba en el interior de la casa del rey mono, casa que en algún punto también fue suya.

Pero no tenía tiempo de pensar en eso. Macaque se miró a sí mismo, estaba completamente limpio y con nueva ropa, aún tenía los grilletes de oro, lo que significa que seguía sin poder usar sus poderes.

...

Pero, eso no significa que no podría escapar ahora que no veía ni escuchaba al rey mono.

Rápidamente se levantó y fue lo más veloz que pudo hacia la salida, su cadera aún dolía por la noche anterior, prefería no recordar la razón. Sin embargo, cuando Macaque abrió la puerta, se encontró de frente con el rey mono.

Pronto el mono de seis orejas comenzó a retroceder, no estaba viendo por donde iba y casi se cae de espaldas por huir, pero Wukong rodeó con un brazo la cadera de Macaque para evitar su caída.

—Debes tener cuidado, Liu Er. No queremos que te hagas daño. —

—Suéltame. — Macaque gruñó, empujándolo para alejarse y logrando su cometido.

El mono de seis orejas se abrazó a sí mismo mientras se alejó más del rey mono, no se sentía cómodo, estaba molesto, aun cuando quería evitar pensar en esa noche, no era tan fácil como olvidarlo, su cuerpo lo recordaba y aún ahora deseaba besar a su pareja destinada, pero Macaque no iba a ceder a eso.

—Supongo que debes de tener hambre. Prefería seguir dándote mangos porque sé lo mucho que te gustan, pero suponiendo que funcionó... Deberías comer mejor. Traje algo. —

—No voy a comer nada que me des. —

—Ya lo has hecho antes. ¿Acuérdate que debes cuidarte más, okay? —

—No necesito nada de ti. ¿Cuándo te cansarás de joderme la vida, Wukong? —

El rey mono suspiró, tratando de mantener la calma. Simplemente ignoró las palabras de Macaque y llevó la bolsa que tenía en manos a la mesa, eran fideos de Pigsy, olían muy bien, tanto que Macaque luchaba por no ceder.

—Seguramente estás confundido... Ahora mismo estás en mi casa, aunque seguramente ya lo sabías. —

Wukong tomó asiento en la mesa agarrando uno de los platos de fideos, dejando el otro para su antigua pareja, esperando que tomara asiento, cosa que al final hizo, el hambre le ganaba.

—¿Por qué me dejaste salir? —

—Porque estoy haciendo unos cambios en la habitación para que no parezca que es una jaula.—

—No importa cuantos adornos le pongas, seguirá siendo una jaula y yo estaré encerrado en ella. —

—No tiene que ser así, lo sabes. Puedes quedarte conmigo aquí, solo debes prometer comportarte y no escapar. —

—No soy una maldita mascota. —

—Te lo pido como pareja. —

—No somos pareja, ¿Qué acaso no lo entiendes? —

—Ayer no me quisiste soltar. —

—Lo que pasó ayer no tiene nada que ver. Te aprovechaste cuando estaba en mi celo, y estoy bastante seguro que fue tu culpa que llegara tan pronto. — Se quejó Macaque, estaba molesto, aquel sentimiento desagradable comenzó a afectarle, sintiéndose mal.

—Estoy seguro de que no todo fue mentira. —

Macaque frunció el ceño, su rabia aumentó. Estaba molesto porque Wukong tenía razón, no todo fue mentira, ayer todo su ser fue sincero y aceptó a Wukong porque lo había extrañado y deseado por años.

El problema era que no fue un acto de amor, solo fue parte de un deseo enfermizo del rey mono.

—Te odio. —

Fue lo único que respondió Macaque para comenzar a comer, no iba a gastar su tiempo en discutir con el otro. Wukong no insistió y también comenzó a comer.

 Wukong no insistió y también comenzó a comer

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—No puedes dejarte llevar por tus emociones. — Fueron las palabras que Tripitaka le dio a su discípulo. 

—¿Entonces qué debería hacer? Yo... Lo maté. Lo quiero de vuelta, lo necesito. Necesito vengarme, necesito sanar este dolor. — Preguntó entre lágrimas y angustia Wukong.

En aquel entonces el rey mono seguía encerrado, mantenía los grilletes, pero aparte de eso, también unas cadenas que lo hacían quedarse en el medio de la habitación sin llegar más allá.

Tripitaka había entrado a verlo y lo observaba con cierta distancia. Lo podía ver perfectamente, como todas esas emociones estaban destrozando la vida de Wukong, todo por un daño colateral. Era un alivio saber que el Macaco de seis orejas estaba muerto, pero no esperaba que su discípulo sintiera tanto apego por ese demonio.

—Debes concentrarte, Wukong. —

—¡Lo intento, de verdad lo intento! —

—Te falta meditar más. — Regañó Tripitaka. —Lo mejor será que medites otro año. —

—¡No! ¡No quiero seguir aquí! ¡No quiero meditar! ¡Cierro los ojos y lo veo a el! ¡Veo lo que le hice! ¡Permíteme morir, maestro, por favor! —

—Las emociones son poderosas, Wukong. No dejes que te controlen, y en tu caso... Deberías aprender a solo apagarlas. Algún día lo verás, y ya lo sabes, todo esto es por tu bien. —

Tripitaka lo dejó solo en aquella habitación. Wukong solo se golpeaba contra el suelo buscando que el dolor físico calmara el emocional, buscaba en el dolor la cura para su agonía.

Extrañaba a Macaque.

Quería volver a ser libre.

Quería reparar todo lo que había hecho mal.

Y no importaba cuanto deseara morir, nunca le darían ese descanso.

Quizás lo mejor sería olvidar todo eso, enterrarlo en lo más profundo, así nunca tendría que afrontarlo.

Un nuevo inicio, para mejor.

Supervivencia de la especie [Shadowpeach]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora