Capítulo 10: Libertad.

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Había pasado una semana desde que Wukong tuvo que dejar solo a Macaque, y no porque lo quiera, más bien porque el mismo mono de seis orejas le dijo que quería espacio y tranquilidad, el rey mono tuvo que aceptar si deseaba que la salud de Macaque mejore, pasar por malos momentos o estrés era muy malo para alguien que estaba embarazado, por lo que simplemente aceptó eso y dejó de hablar de más con Macaque, solo le decía lo necesario.

Le llevaba la comida y todo lo que podría necesitar el de pelaje oscuro, también estaba al pendiente de cualquier sonido raro, pero lo único que escuchaba era a Macaque lidiar con las náuseas matutinas y luego de vomitar, maldecía al rey mono. Wukong también le dejaba pequeños regalos o dulces, si Macaque repentinamente quería algo, el mono dorado lo conseguía, era su manera de expiar sus pecados.

Aquella mañana no era la diferencia, Wukong fue a dejarle algunas frutas a Macaque para que tenga de bocadillo luego del desayuno, iba a irse, pero pronto vio a Macaque salir del cuarto para sentarse en el comedor y agarrar una de las frutas. Es curioso porque normalmente Macaque no se dejaba ver por Wukong, era más fácil de lidiar todo así.

—¿Ya te vas? —Preguntó Macaque.

—Sí, no quiero molestarte. —Respondió Wukong, deteniendo sus pasos y girándose para ver a su antigua pareja.

—Vaya, ¿Ahora no me quieres molestar? ¿Después de todo lo que hiciste? Es algo tarde para ser considerado. —

—Lo siento, Macaque. Te hice mucho daño. —

—Y lo sigues haciendo. —

Wukong se quedó en silencio, este tipo de cosas nunca lo aprendió, lo único que le enseñaron fue disciplina, meditación y cada uno de sus poderes o sus movimientos de pelea, pero nada de relaciones con otros. No, de hecho, sí lo hicieron, pero era diferente con Macaque, porque no fue un pequeño error, fue lastimarlo mucho de diferentes maneras.

—Tienes razón. — Aceptó Wukong.

Macaque se quedó en silencio, algo desconcertado por escuchar eso. Wukong lo estaba aceptando, pero aún así el mono de seis orejas no consideraba eso como suficiente.

—Sigue intentando redimirte, Wukong. —

—Eso intento. De verdad lo siento, Mac. Yo... Yo estuve pensando en todo. Tripitaka... Yo... Yo me dejé guiar por él, fue mi culpa el no saber decirle que no, el no quedarme contigo, el hacerte daño, de verdad lo siento tanto. —

El rey mono era un desastre emocional, no solo ahora que estaba angustiado y deseando el perdón de su amado, también cuando tenía aquellos problemas de ira, aún tenía las memorias algo borrosas de cuando mató a cada demonio que encontró, lo más que recordaba era las suplicas de estos y verse manchado de sangre. Sus emociones eran un caos y seguía tratando de trabajar en eso, ahora ni siquiera sabía si meditar ayudaba, no quería confiar en lo que Tripitaka le enseño, sentía inseguridad al respecto. Porque estaba muy molesto con el monje por destruir su relación con Macaque, pero aun así tenía también buenos recuerdos con Tripitaka. Pero no podía perdonar como le manipuló para lastimar a su amado.

—¿Finalmente te diste cuenta que te hizo daño? —

—...Si. — Wukong no iba a buscar más justificaciones, si era objetivo y no subjetivo la respuesta era así de simple.

—Ya era hora, al menos ya no eres tan estúpido. — Respondió Macaque, mordiendo uno de los mangos.

—Mac, de verdad lo siento mucho. —

—Intenta otra vez. —

—Lo lamento, nunca quise lastimarte. —

—No pareces tan arrepentido, y parece que te hace falta reflexionar más, "Gran sabio igual que el cielo". —

Sí, Wukong lo supuso, lo había pensado también hace unos días, que esto debía ser más sincero y llevarlo a hacer algo. El rey mono se acerco a Macaque, antes de que el de pelaje se aparte, Wukong solo puso su mano en uno de los grilletes dorados de la muñeca de Macaque, murmuró algunas palabras y todos los grilletes se abrieron, cayendo al suelo. El mono dorado los recogió y fue camino a la puerta, la cual, al pasar por ella, simplemente se desvaneció, dejando el camino libre.

Antes de seguir su camino, el rey mono se detuvo sin mirar a Macaque.

—Ya eres libre otra vez, Macaque. No puedo disculparme si solo te mantengo encerrado, lo siento, hice muchas cosas mal, no puedo arreglarlas, pero... Puedo hacer esto. Si necesitas algo, sabes donde encontrarme, siempre puedes volver, siempre puedes quedarte. Lo siento, lo siento tanto. — Wukong se giró a verlo. —Lamento no haber sido suficiente y solo lastimarte... Lo mejor es que me aleje. —

Finalmente, el rey mono salió de allí, dejando solo a un Macaque que no sabía que decir ni sentir. ¿Debería sentirse satisfecho? ¿Por qué no se sentía feliz? Su corazón no entendía, porque había sido lastimado, pero nunca dejo de amar. Ahora era libre pero no sabía donde ir o que hacer, tenía sus poderes, pero no sabía si quería irse.

Contrario a lo que pensó, se sintió aún peor. ¿Así de fácil lo dejarían irse? ¿Wukong no iba a insistir más? ¿No iba a rogarle que se quede? Podría haberlo pensado y decidido quedarse, después de todo era cómodo, tenía las aguas termales y comidas que antes no disfrutaba. Volvería a su vida solitaria. Debería estar feliz, ¿Por qué no podía estarlo? ¿Por qué se sentía abandonado?

La puerta estaba abierta, pero el ave enjaulada no deseaba salir de allí.

Pero Macaque no quería ser visto así, tan lamentable, no quería irse, pero iba a hacerlo, porque no planeaba quedarse allí, no por ahora, no quería parecer que necesitaba del mono dorado, estaba cansado de eso, pero ahora estaba molesto porque volvió a acostumbrarse a la presencia del rey mono, odiaba eso, que todo su cuerpo se sentía en casa, por eso no quería irse, se había vuelto dependiente a Wukong otra vez.

Por eso debía irse, y así lo hizo, salió de allí, ¿Ahora qué? Volvía a estar solo, su cabeza era un caos.

Pero por ahora solo se alejaría.

Pero por ahora solo se alejaría

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—Mi luna. — Decía Wukong con una suave y dulce voz.

—Mi sol...— Respondía Macaque mientras ronroneaba entre más se acercaba al rey mono.

Estaban acostados juntos en la cama, adoraban el tiempo donde solo se abrazaban y se daban cariño por horas, diciéndose dulces palabras y brindándose caricias entre sí. Macaque amaba eso, disfrutaba tanto sentirse amado. Nadie lo conocía tanto como Wukong, nadie lograba comprenderlo, pero a Macaque no le importaba porque era feliz con su amante.

El macaco de seis orejas no necesitaba a nadie más que no sea Wukong, no necesitaba irse de Flower Fruit Mountain, tampoco le interesaba mucho ser tan fuerte, era feliz viviendo con Wukong, ¿Qué más podría desear? Su vida estaba llena de amor.

...

O eso fue en un pasado.

Por eso dolía tanto para Macaque dejar ir a Wukong, porque él lo fue todo, y esta vida inmortal era un infierno si no era una vida eterna con su amante. Su cuerpo experimentaba un frio que no podía ser calmado, porque todo su cuerpo extrañaba a Wukong, por eso había cedido a sus instintos en su celo, porque se sintió tan aliviado de volver a sentir el calor de su amado.

...

Pero Macaque no deseaba caer en eso, tenía miedo.

Aunque probablemente la soledad lo aterre más. 

Supervivencia de la especie [Shadowpeach]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora