Capítulo 28: Una vieja promesa.

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—Te amo tanto, Moonlight.—Decía suavemente Wukong mientras abrazaba a su pareja, pasando una de sus manos por las orejas de su amado.

—También te amo tanto, Sunshine.—Respondía Macaque mientras ronroneaba. 

Oh, sí, ellos amaban tanto acurrucarse mientras estaban bajo la luna, viendo las estrellas, dejando que la escasa luz que había sea la única que los ilumine mientras el par de jóvenes amantes simplemente disfrutaban de la cercanía de su pareja. 

Ellos se amaban, se amaban tanto.

Nadie los podía entender mejor que ellos mismos. Wukong tuvo que ser rey, adecuarse al papel y crecer más rápido que los demás, aún cuando no estaba listo, aún cuando no tenía ni idea de lo que debía hacer. Pero en sus peores momentos, siempre tuvo a Macaque.

Oh, Macaque, su amado Macaque.

En todos sus sueños, Macaque ronroneaba mientras se apegaba a su cuerpo, buscando más cariño. En todos los recuerdos más preciados del rey mono, estaba su preciada luna, no había nada más valioso que Mihou para el mono de piedra, nada. 

No era un secreto que Liu Er era lo más importante para el rey mono, por eso Wukong había deseado tanto presentarlo a su maestro. 

Porque Wukong había querido a Tripitaka. 

El rey mono solo deseaba que Tripitaka conociera a Liu Er porque quería contarle sobre su promesa.

Una vieja promesa, un momento que había sucedido entre los dos amantes.

—Moonlight.—Llamó Wukong. 

—¿Si, mi amado sol?—Respondió Macaque.

Ambos estaban aquella noche apreciando los fuegos artificiales, pero siempre que deseaban oír al otro, sus oídos estaban dispuestos a simplemente oír la voz de su pareja y olvidar los demás sonidos.

—Quiero decirte algo.—Dijo Wukong, con una amplia sonrisa, acariciando el rostro de su amado mientras se miraban a los ojos.

—¿Qué es?— A pesar de que Macaque estaba centrando su oído en la voz del mono de piedra, podía también escuchar los latidos de su pareja, latidos tan nerviosos, una dulce melodía para el macaco de seis orejas.

—Quiero presentarte a todos mis amigos y a mi maestro.

—Hm...—Macaque no pareció tan animado con la idea. —¿Por qué?

—Bueno... Quisiera tener personas a las cuales invitar a nuestra boda.

Los ojos de Macaque se iluminaron, sus mejillas se pintaron de rojo ante esa idea. Porque recordaba hace un tiempo aquella charla que tuvo con el rey mono sobre las costumbres humanas. Los humanos tenían bodas, reuniones con hermosos vestidos e incluso mucha comida, además de invitar a todos. Los demonios tenían ceremonias pequeñas de unión, nada extravagante. Pero Macaque había mencionado tantas veces su emoción por las bodas. 

—No estás mintiendo, ¿Cierto?—Preguntó Macaque.

—Claro que no, mi luna.—Respondió Wukong mientras seguía acariciando el rostro de su pareja.

—¿Estás diciendo que de verdad vamos a tener una boda?

—Sé lo mucho que te gusta la idea, y llevamos muchos años juntos. Pensé que sería un maravilloso regalo.

Supervivencia de la especie [Shadowpeach]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora