¿Sabes cuantas chicas deben estar detrás de él? O ¿Cuántas novias habrá tenido? Esas eran las preguntas que constantemente me hacía y que Katherine se esforzaba en recordarme.Joseph se convirtió en mi crush el año pasado y desde entonces he asistido a todos y cada uno de los entrenamientos y juegos del equipo. Anteriormente, Katherine me invitaba, pues su novio –Kelvin– es centrocampista y yo siempre me negaba por darle prioridad a otras cosas. Pero, después de lo sucedido, TODO CAMBIÓ y empecé a acompañarla sin que ella me lo pidiera, ya que ahora si tenía un motivo lo suficientemente interesante como por el cual asistir.
Desde entonces, en ocasiones Joseph me saluda cuando nos vemos por los pasillos o el receso, pero solo eso, pues nunca hemos visto clases juntos ni hemos tenido la oportunidad de convivir en actividades extracurriculares.
– ¿Vendrás a la práctica? –inquiere Katherine.
– Tengo tareas –bufo y ella entorna sus ojos con suspicacia–, pero igual iré –declaro sonriente.
– Ju, cuanto interés –gesticula divertida–. Bueno así no estaré sola –se sienta a mi lado–. ¿Cuándo piensas acercarte a él? –inquiere.
– No lo sé –me encojo de hombros–. No es fácil –confieso desalentada.
Y realmente no lo era. Nadie nos enseña a flirtear, deberían dar cursos de cómo hacerlo y no morir en el intento porque: ¿Qué carajos debemos hacer o decir? ¿Y si hacemos el ridículo? ¿Y si se nos cruzan los cables? ¿Y si me golpeo nuevamente? ¿Y si le escupo mientras le hablo?
– Vamos, nos graduaremos este año y ni siquiera he visto que cruzan más de dos palabras –asevera y me duele porque es cierto–. No sé si solo tú eres la penosa o él también lo es.
– ¡Si hemos cruzado más de dos palabras! En ocasiones hasta le pregunto ¿Qué tal tu día? O ¿Cómo estás? –digo y ella me mira con hastío.
– Bueno, bueno. No sé tú, pero yo no querría terminar preparatoria sin haber dado un beso porque cuando llegues a la universidad será mucho peor.
– ¡Si he dado besos! –afirmo.
– Thomas no cuenta –refuta.
– ¿Por qué no? –inquiero ceñuda.
– Fue en primaria –afirma con simpleza.
– Pero sí nos besamos.
– ¡Fue un piquito! –añade en voz alta recordándome.
– Shhh –le hago señas–, estamos en la biblioteca. Deberías estar estudiando –le aconsejo.
Ahora que lo pienso, no sé cómo le hace para sacar buena nota si nunca le veo estudiando.
– No lo hare –enciende su celular–. La práctica inicia en cuarenta minutos –me informa mientras usa su celular–, Kelvin aún no ha salido de clases.
– Me da tiempo de terminar –sigo leyendo el libro.
Mientras yo me dedico a estudiar y ella a usar su celular, pasa el tiempo suficiente.
– Vamos –se levanta–. Ya han salido de clases.
– Bien –tomo el libro y lo regreso a su lugar. Guardo mis cosas y salimos de la biblioteca.
Nos aproximamos a la cancha y una vez en esta, nos dirigimos hasta las gradas. En ellas, Kelvin nos espera mientras ajusta sus tacos.
– ¿Qué tal girls? –pregunta sonriente.
– Todo bien –digo y con la mirada busco a Joseph pero no le veo. Centro mi mirada en Kelvin nuevamente para preguntarle por él, pero lo encuentro comiéndose a mi amiga.
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Infalible
Teen FictionSiempre he considerado que enamorarse de alguien que te corresponda es prodigioso, porque enamorarse unilateralmente es algo tan común, y bueno, a mí también me pasa, no crean que soy parte de la excepción. Mi crush es inalcanzable y no precisament...