Infalible

Capítulo 9

Amado Dios, apiádate de esta alma virginal –pido–. ¿Así se ven los ángeles de cerca?.

Canning luce impecable, demanda que fije mi vista en su cuerpo, no, no demanda, él no, mi vista es quien viaja solita.

Oh, jeans que cubren sus piernas y que no me dejan ver más allá.

Selene, Modérate por favor –me doy una bofetada mental.

Pensamientos pervertidos y tentadores, váyanse, ¡Aléjense de mí! –enfoco mi vista en el rostro de Joseph y él sonríe con malicia–. No me mires así. Colabora, por favor.

- ¡La barbacoa! –dice Kelvin llamando mi atención y lo miro rápidamente.

Me aparto de Joseph e intento seguir a Kelvin pero Andrew toma mi muñeca.

- ¿Quieres un poco? –me ofrece de su botella.

- No, gracias –le sonrío–. No tomo.

- Lo sé –sonríe de lado–. Yo tampoco tomo.

- Entonces ¿Por qué tienes la botella? –inquiero.

- Cosas –la deja en el suelo y se levanta–. ¿A dónde vas? –inquiere.

- Preparare la barbacoa por ustedes... –él me interrumpe

- Y para ustedes –añade sonriente–. Te ayudare.

- Selene –añade Joseph y me mira entristecido.

Lo observo y él se sienta nuevamente, toma su franela y la tira al suelo molesto.

¡¿Qué le sucede?!.

- Sigue a Kelvin y trae las cosas –le indico y para mi sorpresa él hace caso. Entretanto, regreso con Joseph–. ¿Pasa algo? –inquiero.

– Su mirada recorre mi cuerpo y la fija en mi rostro–. ¿Qué tanto platicas con él y con Renny? –frunce los labios.

- Somos amigos. Renny y Andrew son mis amigos.

- ¿Solo eso? –pregunta entornando los ojos y yo asiento–. ¿Me lo aseguras? –enarca una ceja.

- Te lo aseguro –tomo nuevamente su franela–. Hare la barbacoa, si quieres descansa un poco y luego te llamo para que comas. ¿Tienes hambre? –inquiero.

- Si –añade avergonzado.

- ¿Quieres quedarte aquí o prefieres dormir en otro lado? –inquiero una vez mas.

- No quiero dormir.

- Sé que quieres –me rio.

- Irinna y los demás están en la piscina, yo quiero estar con ellos.

- ¿Es realmente lo que quieres? –le pregunto y él niega sacudiendo su cabeza–. Ven –me levanto para ayudarle a hacerlo también y juro que su piel es tan cálida que quisiera tenerle a mi lado en cada día de lluvia–. Te llevare a la habitación de Kelvin para que descanses un poco e iré por ti cuando la barbacoa este lista. Así te cambias, te duchas y regresas recuperado para que nos burlemos de estos ebrios –le indico sonriente y él asiente.

Nos adentramos a la casa y subimos las escaleras con cuidado.

- ¿Te gusta alguien? –inquiere.

- ¿A qué se debe esa pregunta? –abro la puerta de la habitación de Kelvin.

- Solo responde, por favor –agrega mientras entramos a la habitación.