Capítulo 7

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Jungkook vivía en un mundo de soltería. La tintorería se ocupaba de su ropa y sus cenas consistían en comida a domicilio, congelados o latas. Por eso cuando el aroma de repostería que salía del horno llego al estudio se pregunto sisufría de alucinaciones. Siguió leyendo unos minutos más, aunque el delicioso aroma no lo dejaba concentrarse. Por fin se rindió y bajo las escaleras, Jimin estaba inclinado sacando un pastel del horno.

La voluptuosa curva de su trasero hizo que se olvidara por completo del pastel. Jungkook sabía que debajo de sus anchos vaqueros había una cintura pequeña y unas nalgas que deseaba acariciar, unos muslos torneados que le traían imágenes de Jimin en una cama.

Tenía el cuerpo capaz de hacerle perder los sentidos, pero no sólo eso. Su forma de moverse, de sonreír, de permitir que sus emociones brillarán en sus ojos, le hacían solamente pensar en sexo.

Durante un instante Jungkook tuvo la  intención de aprovecharse de la situación.  Profesionalmente tenía fama de aprovecharse de todas las situaciones. En sus relaciones personales había aprendido muy pronto a elegir mujeres más liberales respecto al sexo y que mantuvieran sus emociones bajo control.

Esas relaciones satisfacían su cuerpo pero lo dejaban vacío. Aun así prefería mantenerse alejado de relaciones complicadas.

Aunque siempre había excepciones, pensó, mirando a Jimin, él era emocional e impredecible, pero solo con ver cómo movía el cuerpo al andar adivinaba que sería un amante perfecto. Exigente, generoso y todo un reto,  pero no sería fácil de controlar y Jungkook estaba acostumbrado a tener el control.

Jimin se dio la vuelta de repente. Los ojos oscuros abiertos con sorpresa. La cara y la polera manchada harina.

Dios, pensó Jungkook, él personalmente había cambiado desde que era un niño, Jimin todavía llevaba las emociones a flor de piel igual que antes.

- Tienes la desagradable costumbre de aparecer por sorpresa-  lo regaños Jimin.

Hasta su voz le hizo pensar en sábanas alborotadas y piel desnuda... sus ojos en cambio lo devolvieron a su barrio en Busan, a ese pequeño niño que lo veía con admiración. Y  Jungkook puso freno a su instinto.

- El olor te a delatado, me sorprende que el horno haya sobrevivido, nunca antes había tenido un pastel adentro, ¿de qué es?

- De cerezas- le respondió Jimin- pero debemos esperar hasta después de cenar, ahora está caliente.

Fue un comentario inocente y Jungkook estuvo por completo de acuerdo, pero pensaba en otro tipo de calentura.

- Es lo menos que puedo hacer Jungkook- dijo Jimin incapaz de soportar ver a Jungkook destrozar el trozo de pastel. Jimin se apoyó contra la mesa y le puso un trozo de pastel delante de la boca- me salvaste la vida.

- ¿Es necesario volver a hablar de eso?- gruñó Jungkook.

- No, ya te las ha apañado bien con el sándwich de pavo, pero estás machacando mi pastel, deja de quejarte y come-  insistió Jimin .

Estaba claro que odiaba que lo ayudara.

- Vamos, sabes que te apetece.

Jungkook le lanzó una mirada que fue como una bofetada de sensualidad. Jimin parpadeó sorprendido al ver la mirada en sus ojos, él sabía reconocer el deseo. Jungkook cambió de expresión y cerró la boca alrededor del tenedor y aceptó el bocado.  Era una locura, pensó Jimin,  pero incluso su manera de devorar el trozo de pastel le pareció sexy. Desafortunadamente Jimin sabía que la fuerza solía ser el escudo en que se escondían los abusadores. Sin embargo Jungkook no le daba esa impresión.

Mi caballero de brillante armadura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora