Capítulo 13

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Jungkook corrió y lo alcanzó en el porche.

- Esta noche me visitará un cliente- le dijo a Jimin.

- ¿Insinúas que quieres que prepare la cena o unas copas o algo para picar?

- No-  negó él-  es una adolescente que vendrá con su madre.  La chica tiene cicatrices en la cara y no quiere que la vea nadie- Jungkook se encogió de hombros-  no suelo recibir a clientes en casa, sólo quería que supieras que estarán aquí.

Jimin noto en su expresión que había algo en ese caso que le pesaba mucho.

- Vale, no notarás mi presencia o puedo...

- ¡Jungkook y Jimin!- se oyó gritar a una mujer.

Jimin se volvió y vio a la concejala,  Anna, correr por el jardín delantero de la casa de Jungkook.

- Quería felicitarlos- dijo acercándose al porche- me encantó leer la noticia, Jungkook. Había empezado a preguntarme si alguna vez irías en serio con alguien. Tienen que dejar que celebre una fiesta en honor a su compromiso.

- ¡No!- exclamaron Jimin y Jungkook al unísono.

- Gracias, pero no es necesario- dijo Jimin,  tras aclararse la garganta.

- ¡En absoluto!- dijo Jungkook- no es necesario en absoluto.

- Claro que es necesario- dijo Anna levantando los brazos- cuando el soltero más codiciado se compromete, hay que celebrarlo, o llorarlo,  si no eres el o la elegida,  ¿ no te parece,  Jimin?- añadió la concejala con un guiño.

- Claro- masculló Jimin,  con el corazón en un puño- bueno tengo que irme a clases,  que tengas un buen día- le dijo a Anna.

Se volvió hacia Jungkook y se produjo un incómodo silencio.

- Hasta la noche- dijo Jungkook rodeándolo con un brazo. Jimin se quedó tieso de la sorpresa- ella espera esto- le susurró y agachó la cabeza.

Y luego lo besó.

Al sentir sus labios a Jimin se le aceleró el pulso.  Jungkook se separó ligeramente y notó que sentía ganas de apretarse nuevamente contra él.  Sintió alivio al ver a Anna alejándose,  pero la expresión controlada de Jungkook lo inquietó. ¿ Cómo podía estar impertérrito mientras él en cambio sentía necesidad de abanicarse?.

Enfadado consigo mismo por su reacción tuvo que controlarse para no sacarle la lengua e insultarlo.

- Me gustaría que para la próxima me previnieras- susurró Jimin- para poder hacer mejor mi papel.

- No te preocupes.  Has estado muy convincente.

Hirviendo en frustración,  Jimin no respondió.  Fue a su coche,  encendió el motor y se aseguró de que las ventanillas estuvieran bien cerradas.  Cuando estaba a un par de cuadras de la casa de Jungkook, gritó a pleno pulmón.

Cuando volvió esa tarde,  Jimin había decidido que Jungkook le había enseñado algo muy importante.  Algunos hombres eran mucho peores que los abusadores,  y Jungkook era uno de ellos.

Su dicotomía lo volvía loco. Era demasiado inteligente,  arrogante, listo,  seguro de si mismo, heroico y a veces,  pero no muchas, mostraba cierta sensibilidad,  de verdad que este hombre lo sacaba de quicio.

Llegó a la conclusión de que había dejado que lo afectaran sus muestras ocasionales de sensibilidad.  Había bajado la guardia y eso era un gran error. Sus hormonas estaban descontroladas.

Intento convencerse de que era un cerdo, pero le resultó difícil,  al fin y al cabo él le había salvado la vida.

Simplemente tenía que mantener sus emociones a raya con Jungkook, pensó abriendo la puerta y dirigiéndose a la cocina. El primer paso sería pasar toda la tarde encerrado en su habitación estudiando análisis. Estaba sacando el cartón de jugo de la nevera cuando oyó voces en el salón y se acordó que había clientes en casa.

Mi caballero de brillante armadura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora