Capítulo 1

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Un chico se paseaba de un lado a otro en su habitación, al parecer sin poder dormir al igual que él.

Jungkook se apartó de la ventana del dormitorio, negando su curiosidad sobre su nuevo vecino, pero su imagen se le quedó grabada.

Todas las noches, el chico paseaba de un lado a otro de la habitación vestido con una camiseta que le llegaba a medio muslo y un libro en la mano. Una lámpara silueteaba el movimiento de su pelo castaño y sus torneadas piernas. Notaba preocupación en su forma de andar, y eso lo tenía intrigado. Seguramente era un estudiante preparándose para un examen aunque parecía más maduro que otros universitarios.

Jungkook tenía sus propias razones para estar insomne. Su profesión de abogado era demasiado absorbente. En contra de sus normas había aceptado un caso fuera de sus horas de trabajo y la cara desfigurada del adolescente a quien representaba lo tenía obsesionado. Estaba cansado físicamente por una reciente sesión de ejercicios, pero su mente seguía trabajando en el caso, estimulándolo a pesar de todo el agotamiento.

En los años que había dedicado a la abogacía, Jungkook había comprendido la triste verdad, el sistema judicial no siempre cumplía su función, los criminales no siempre pagaban las consecuencias. Lo de esa noche era un ejemplo perfecto.

Un conductor borracho, hijo de un acaudalado y respetado médico, había atropellado a una adolescente, el conductor sólo había recibido unas palabras de advertencias del juez y la chica había quedado desfigurada para siempre. Su trabajo comenzaría entonces en los juicios civiles. Las reglas eran distintas y Jungkook había desarrollado una habilidad especial para conseguir que los malos pagarán. Aunque en muchos casos habría sido preferible el linchamiento. Jungkook había llegado a la conclusión de que golpear a alguien en la cuenta bancaria era el equivalente adulto a darle una paliza a un matón de colegio donde más le doliera. El malo sufría y la víctima recibía una compensación, así ayudaba equilibrar la balanza de la justicia.

Jungkook dio un trago a su cerveza y paseó por la habitación. Hacía varios años que se había mudado del pequeño pueblo donde vivía y se había ido a la gran ciudad, porque no le apetecía vivir en la periferia. Las casas alrededor de la suya eran viejas y estaban muy cerca una de la otra, los comercios eran una mezcla de tiendas antiguas y ultramodernas, y los vecinos iban desde pensionistas a universitarios. A Jungkook le gustaba esta mezcla. La vecina de al lado era concejala y el del otro un artista que alquilaba una buhardilla de su casa para poder subsistir. El chico que veía pasear por la habitación, ocupaba esa buhardilla.

Volvió a mirar por la ventana. Él chico estaba envuelto en una toalla supuso qué acababa de ducharse por el pelo húmedo que caía sobre los hombros. La toalla cayó al suelo y Jungkook se olvidó del trabajo por primera vez en varios meses.

Él no tenía reparo en admirar la belleza ya fuera hombre o mujer, aunque siempre se había inclinado por las mujeres para mantener una relación. Él chico tenía el cuello largo y grácil aunque era demasiado delgado, pensó Jungkook viendo como la luz de la lámpara jugueteaba con sus costillas y su estrecha cintura. Sus caderas y muslos dibujaban atractivas curvas. Cuándo advirtió que lo estaba mirando más de la cuenta, se irritó consigo mismo. Todo era por culpa del maldito trabajo y no por escasez de mujeres, no se le ocurría otra explicación.

Desde que la revista Magazine Plus publicó un artículo que lo nombró como el "soltero del año", había recibido tantas llamadas que tuvo que cambiar su número de teléfono y eliminarlo de la guía telefónica. El problema con las mujeres que revoloteaban a su alrededor, era que siempre a él le parecía que les faltaba algo, no sabía exactamente qué, y como no le gustaba aprovecharse de la situación pasaba muchas noches solo.

Volvió a observarlo. Su piel se veía suave y su trasero no tenía nada que envidiarle a uno de mujer. El chico había logrado cautivarlo con la misma facilidad con la que estaba sujetando un frasco que parecía de loción o aceite. Vertió un poco sobre la mano y comenzó a extenderlo sobre la piel. Era una fresca noche de noviembre y la ventana no cerraba bien, pero jungkook sintió calor.

Con movimientos descuidados el chico masajeó el aceite, desde el cuello hasta su torso, y Jungkook sintió cierta rigidez en su entrepierna, pero no podía apartar la mirada. Cuando lo vio seguir extendiendo el aceite desde los hombros hasta la punta de los dedos e incluso entre los dedos, le pareció demasiado exitante. Sus manos continuaron moviéndose espalda abajo hasta llegar a su redondo trasero, Jungkook respiró con dificultad, ¡Diablos! era lo más sexy que había visto nunca.

Tenía un cuerpo precioso a pesar de su delgadez, pero sobre todo, lo que lo tenía hipnotizado era la manera en que se tocaba. Se le ocurrió pensar que el chico trataba de calmarse, borrar su preocupación con el masaje. Posiblemente sufría de ansiedad y era de los que llevaban las emociones a flor de piel.

El chico de seguro era un lío. No creía que escondiera sus sentimientos, ni las lágrimas, ni nada. Inspiró lentamente cuando una imagen erótica invadió su mente. Nunca un chico le había llamado la atención en ese ámbito, pero al mirarlo cayó en la cuenta que ese chico gritaba sexo y ternura por todo su cuerpo.

Lo vio levantar un pie y apoyarlo en una silla, se frotó aceite
en el pie y la pantorrilla, moviendo las manos hacia sus muslos. Era un movimiento increíblemente delicado y sensual al mismo tiempo, Jungkook soltó una maldición, tenía que dejar de mirarlo, sólo era un chico que estudiaba todas las noches, un chico con un cuerpo que le estaba haciendo papilla el cerebro, tan sólo un chico con una botella de aceite corporal. Se preguntó qué sensación le provocarían las manos de él .

Volvió a maldecir. ¿De dónde había salido esa idea?, un exceso de celibato autoimpuesto supuso y apartó la vista.

Dio un trago a su cerveza y consideró la posibilidad de echársela por la cabeza.

Sintiéndose ridículo decidió bajar la persiana. Comenzó a bajarla y volvió a mirarlo, se había puesto una camiseta holgada con un estampado de Mickey Mouse. ¿Cómo había pasado de ser un chico sexy esparciéndose crema a un chico tierno que parecía casi un niño?

El chico levantó los dedos hacia la boca como si tomara una pastilla y bebió de un vaso. Jungkook frunció el ceño, pero bajo la persiana de una vez enojado consigo mismo y se fue a la ducha.

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Mi caballero de brillante armadura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora