Capítulo 11

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Ha sido un infierno-  dijo Jungkook conduciendo de camino a casa- por suerte no hará falta repetirlo por un buen tiempo.

- Nunca hubiera sospechado qué sufrías- dijo  Jimin- desde mi sitio parecía que lo pasabas bien.

Jungkook lo miró irritado.  Toda la noche se la había pasado recordando su aroma. Negó con la cabeza. A pesar de su conversación profesional, no había dejado de imaginárselo desnudo. De vez en cuando había oído su risa y había deseado estar con él en vez de con el cliente en potencia.

- Desde mi sitio se te veía demasiado ocupado con tus admiradores.

- Nada de eso- dijo Jimin- cuando esos tipos me pidieron el teléfono y les dije que estaba viviendo contigo desaparecieron como por arte de magia.

Jungkook enarcó las cejas.

- Ya sabía yo que ese traje causaría problemas, deberías haberte puesto un saco- comentó jungkook aparcando.

- Yo  hubiera elegido algo más holgado, más suelto y mucho más barato, pero tu asistente me insistió en que este traje era perfecto.

Jungkook oyó el tono ofendido de su voz. Apagó el motor y se volvió hacia él.

- El problema no es el traje, eres tú.

- ¿Qué?- parpadeó Jimin.

- ¡Dios!, eres demasiado sexy- le dijo con franqueza.

- No es cierto, para- dijo Jimin mirándolo con furia.

- Sí lo es. La forma en que te cae el pelo sobre un ojo es sexy,  tienes el tipo de ojos que suelen denominarse de dormitorio. Tú boca hace pensar en mucho más que besar...Incluso el anfitrión de la fiesta, que es casado, dijo que tu cuerpo pararía todos los relojes de Seúl.

- Estás loco.

- Entonces también estaban locos varios de los hombres de esa fiesta- replicó Jungkook.

- Estás exagerando- suspiró Jimin con frustración.

- Eso desearía- rió Jungkook con brusquedad-  si quieres acabar el primer año de facultad sin llamar la atención piensa en vestirte con sacos de papas.

- Quizás lo haga. Quizás me coma un pastel de cerezas todos los días y me afeité la cabeza.

- Buena suerte- le dijo Jungkook- si estudiaras un curso de fealdad todas  las noches, suspenderías.

- No quiero ser bonito- replicó Jimin- no quiero parar relojes o coleccionar tarjetas de visita de hombre que no conozco,  lo que quiero...

- ¿Tarjetas de visita?- fue lo único que oyó Jungkook.

- Unos colegas tuyos, que conocí en la fiesta, me dieron sus tarjetas.

Jungkook suspiró.

- Sí no quieres ser bonito, ¿qué quieres?- gruñó molesto por las tarjetas que le habían dado.

- Quiero ser listo- dijo Jimin y lo miró inseguro, tan vulnerable que a Jungkook le rompió el corazón.

- Eres listo, Jimin- le contestó .

- Tú no lo entiendes, porque tú siempre has sido listo, incluso cuando eras niño era listo.

Jungkook volvió a mirar a jimin y recordó a su madre que era callada y sumisa, a su padre autoritario, y un hermano abusivo. No es que supiera mucho de psicología, pero suponía que no había tenido mucho apoyo. Jimin para él era como una joya deslumbrante entre un montón de piedras, así lo veía.

Mi caballero de brillante armadura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora