DIECIOCHO

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Era temprano por la mañana, debían alistarse pronto y salir en dirección al estudio fotográfico para comenzar con su jornada laboral, Hoseok ya se encontraba en camino y ellos aún no habían terminado con sus preparativos.

Hyungwon salió de su habitación en busca de su compañero de piso, encontrándose con el castaño a medio camino entre la sala y la pequeña cocina, donde había terminado de lavar la vajilla que habían utilizado en el desayuno.

—Ki, ¿puedes ayudarme con esto? —dijo él, extendiendo en su dirección el listón de satén negro que había elegido para vestir aquel día.

Kihyun se giró a verle y luego sonrió cuando vio la tela brillante pero sofisticada. Le hizo un gesto con la mano para que se acercara y luego señaló el sillón individual que había a su lado para que tomara asiento allí.

—Ven aquí, y deja que lo haga por ti —le dijo, aún sonriendo, mientras se para a sus espaldas y pasaba la fina tela por delante de su cuello y comenzaba a anudarlo por detrás—. ¿Te acuerdas las primeras veces que hice esto contigo?

La burbujeante y dulce risa del pelinegro inundó el ambiente y, rápidamente, contagió al castaño con su buen humor.

—En ese entonces tú no sabías que era un híbrido y simplemente me acariciabas y hablabas como si fuera un gato común, siempre me consentías y mimabas... —rememoró Hyungwon, manteniendo la sonrisa luego del ataque de risa.

—Aún lo hago, bebé —agregó Kihyun, marcando un pequeño puchero de concentración en sus labios cuando terminó el lazo y luego acarició las peludas orejitas sobre su cabeza.

—Y espero que nunca dejes de hacerlo... —murmuró con un hilo de voz el híbrido, manteniendo sus ojos cerrados y la sonrisa mientras disfrutaba de aquellas cálidas caricias sobre su cabello.

El corazón de Kihyun se apretó ligeramente al recordar cómo había sido su primer encuentro y como fue que se hizo cargo de él luego.

Fue cuando cumplió los veinte años. Su abuela había ido de visita a su departamento y, entre sus femeninas y arrugadas manos, traía cuidadosamente a un gato adulto completamente negro de pelaje. En el cuello el minino llevaba un bello y elegante lazo rojo y Kihyun no pudo más que mirarla con cierta confusión pero, de igual manera, aceptó cargarlo en sus brazos cuando ella se lo extendió. Aquel gato era realmente tranquilo y, a diferencia de otros con los que había interactuado antes, aceptaba sus caricias y hasta buscaba sus manos a la espera de más cuando él paraba por unos segundos.

—Feliz cumpleaños, querido nieto —le dijo, con aquella bella y orgullosa sonrisa que siempre le había gustado ver a Kihyun en ella—. Su nombre es Hyungwon y es un preciado regalo que quiero hacerte —agregó entonces, mirando al felino entre sus brazos mientras Kihyun seguía acariciando—. Sé que no suele gustarte el estar mucho tiempo solo aquí, y Wonnie pertenecía a una gran amiga mía que ya no está... Yo no puedo cuidar tan bien de él, y pensé que tú podrías darle una mejor vida contigo.

Kihyun lo sabía bien, su abuela estaba bien entrada en años y, por más jovial y activa que haya sido en su vida, continuamente se encontraba con dificultades a la hora de hacer ciertas actividades. Entendía bien porque había decidido que él se ocupara de aquella adorable bola de pelos oscura que ahora permanecía adormilada sobre su regazo, por lo que simplemente aceptó su buena voluntad y le agradeció por todo mientras compartían de un rico té juntos.

Los días pasaron, y con ellos las semanas también, y su convivencia parecía ir bien para ambos. Kihyun le había tomado cariño muy pronto, en verdad él amaba a los animales y sentía que con Hyungwon tenía una conexión especial. El gato solía recibirlo apenas llegaba a casa y se pasaba mucho tiempo del día estando encima de su regazo o a su alrededor mientras él hacía sus cosas, eso le generaba mucha ternura, más por el hecho de que se había vuelto costumbre ya que llevase siempre lacitos diferentes al cuello, de la misma manera que tenía cuando lo recibió por primera vez. Kihyun se había encargado de comprar cuanto lazo viera por las veterinarias y pet shops en el regreso a su hogar.

Café, caricias y ronroneos II WonkyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora