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Antonella Solomons era la hija menor del acaudalado matrimonio dueño de la mitad de candem town, su posición en la sociedad le permitía pulular por todo Londres sin miedo a correr ningún tipo de riesgo, por lo que conocía a la perfección cada calle, club, pub, y recoveco de la capital.

No había nada que Antonella Solomons no pudiera tener, y nada que le interesara lo suficiente como para desearlo con tanta intensidad.

Desde la muerte de su padre, su hermano, Alfie Solomons había tomado la jefatura de la familia, y de los negocios familiares, haciéndose cargo de ella, y de la madre de ambos. Antonella y él tenían una relación entrañable, basada en una profunda y ciega confianza, Antonella había aprendido de los hombres a través de las muchas conquistas de su hermano, y Alfie sentía que conocía mucho más la psique femenina gracias a los números misterios y sentimientos que su hermana le confiaba únicamente a él.

Fue por aquella estrecha relación que Alfie Solomons se encaminó en la dirección contraria a su cita de negocios frente a la nueva boutique que se había instalado en el centro de la ciudad frente al hotel Royal eagle.

Entró al negocio acomodándose las solapas del abrigo color caqui mientras se encaminaba directamente al escaparate donde el enorme sombrero reposaba en un maniquí de cabeza, desde la estrecha ala del accesorio pendía un delicado velo de un encaje muy delgado en color negro, el resto del sombrero era dorado, con su interior en color negro.

– Quiero el sombrero, por favor – Dijo señalando el objeto mientras daba vueltas por la tienda a ver si algo más le llamaba la atención de esa forma.

– Jefe – Levantó la mirada para ver al moreno que se adentraba a la tienda tímidamente – el gitano está en la calle de enfrente, no – lo vio girarse para meterse rápidamente – Ahí viene.

– Estos guantes ¿los tiene en color dorado? – Preguntó colocando su dedo índice sobre el cristal para señalar los accesorios.

– Alfie.

– ¡Thomas! – Respondió girándose a ver al hombre que entraba a la boutique quitándose la boina para observar el lugar un tanto confundido.

– ¿Qué haces en una boutique? – Cuestionó acercándose hasta él.

– ¿Cuáles te gustan más? – Le preguntó señalando los guantes que la vendedora colocó sobre la vitrina – Me gustan los dorados.

– ¿Tus manos no son muy grandes para eso?

– Muy gracioso, Thomas – Carcajeó acariciando la tela peluda en la muñeca del guante.

– ¿Para quién son?

– Para una mujer muy especial – Respondió observando los pares de guantes minuciosamente.

– Esos están bonitos – Señaló otros en los que Alfie ni siquiera había reparado, la tela era blanca y traslúcida con pequeñas pelotitas del mismo color, en la muñeca llevaba un sutil dobladillo con volantes.

– Si – Asintió señalándolos – ¿combinan con el sombrero? – cuestionó viendo a la vendedora – eso será suficiente, envuélvalos para regalo por favor. Ollie ¿te encargas?

– Claro jefe – El moreno se aproximó con la vendedora en lo que su jefe y el otro hombre salían de la tienda.

Thomas Shelby se quitó el abrigo para dejarlo en el respaldo de la poltrona en la que posteriormente tomó asiento, arreglo las colleras en sus puños mientras observaba al barbón que leía la carta delante de él.

– No sabía que tenías una novia, Alfie – Comentó encendiendo rápidamente su cigarrillo.

– ¿Tu tienes una? – Bajó la carta para observarlo atentamente.

Every Thursday.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora