III

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Había escuchado muchas veces acerca del Edén, el pub del desgraciado de Sabini, quien un par de meses antes casi lo había matado con una golpiza que ni siquiera fue capaz de darle el mismo, Alfie lo sabía ¿por qué lo traía ahí entonces?

Ambos hombres se encaminaron hacia la entrada donde las grandes puertas de cristal dejaban ver un interior repleto de plantas verdes y enredaderas que pendían del techo.

Solomons se quitó el abrigo mostrando un traje de tres piezas de color gris, Shelby repitió la acción y una vez abandonado el largo abrigo siguió a el gánster por la alfombra roja que se adentraba en el restaurante.

Vio al enorme barbón levantar su mano, al tiempo en que observaba atentamente el lugar con enormes tragaluces ¿era una trampa? ¿Una emboscada? ¿Por qué demonios lo había citado un puñetero jueves si no estaría libre? El ruido de los comensales y de la orquesta en vivo le nublaban los sentidos, lo ponían aún más alerta.

Escucho a Alfie hablar unos pasos más adelante, pero estaba nervioso, no podía dejar que se le viera así mucho menos en territorio enemigo.

– Thomas, Thomas – La mano de su socio lo agarró por el brazo dándole un jalón para que se acercara a la redonda mesa que daba hacía un ventanal con vista al patio, allí estaba su salida.

Silencio.

Escuchó el propio sonido de su corazón en sus oídos, resonando, la sangre corriéndole a toda prisa por las venas azuladas, la mirada fija en la boca maquillada de rojo. ¿Cómo era que Solomons tenía tanta suerte?

– Thomas – Repitió Alfie haciendo que lentamente sus oídos volvieran a escuchar, pestañeó una par de veces y sacudió con ligereza la cabeza – Discúlpalo, amor, es qué hay demasiado ruido ¿Por qué no pediste el privado?

– No sabía que estarías acompañado, Alfred.

– ¡Hey! – Exclamó volviendo la mirada a Shelby quien apenas pestañeaba – Tommy tranquilo hermano, estás conmigo. Antonella, él es Thomas Shelby.

– Mucho gusto – Se apresuró a estrecharle la mano viendo atentamente los ojos verdes que parecía cambiaban de color.

– Igualmente señor Shelby – Le sonrió estirándose para tomar su abrigo del asiento – Vamos Alfie.

Los próximos pasos le parecían ligeros mientras avanzaba junto a Solomons a las espaldas de la mujer que acaba de conocer, seguramente el sombrero y guantes habían sido comprados para ella, las flores también, la novia de Alfie Solomons era lo más hermoso que había visto desde hace mucho tiempo, el cabello cobrizo se escapaba de debajo del sombrero.

Un par de hombres con traje abrieron las enormes puertas que daban a un salón donde solo habían un par de mesas, y todo estaba mucho más silencioso y apacible.  Thomas se sentó desabotonando la chaqueta de su traje al tiempo en que veía a Alfie mover la silla para que ella tomara asiento.

– Te ves bellísima hoy, corazón – La halago tomándole la mano para besarla con suavidad – Me disculpo con ambos por la confusión, olvide que era jueves.

– Alfred con suerte recuerda dónde está su cabeza estos días – Sonrió ella haciendo que Thomas asintiera con pausa, no podía creerlo, condenado suertudo de mierda.

– Lamentó mucho haber interrumpido su día especial – Se disculpó bajando la cabeza mientras trataba de que su interés no fuera evidente – al parecer hubo un mal entendido con los días.

– Suele pasar.

– Tienes que probar el cordero al romero que hacen aquí, Tommy, es exquisito – Levantó la mano para llamar al garzón que se apresuró a llegar a la mesa – Linda ¿Qué quieres comer?

Every Thursday.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora