XIII

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Se movió por el jardín donde las fogatas ardían y la música sonaba, escuchaba las voces charlando y podía ver a los niños jugando entre los arbustos alrededor de la casona, se sentía terrible, una pesada piedra estaba sobre sus espaldas, y era incapaz de comprender por qué.

Había pasado un año desde la primera vez que había visto a Thomas Shelby, y la primera vez que él la había besado había sido tres meses después, no habían sido muchos los encuentros que habían tenido, pero recordaba cada uno, y se le erizaba la piel al hacerlo, sonrió ampliamente cuando Polly Gray le estiró un plato con carne asada y algunos vegetales que comió sentada en una larga mesa junto a los invitados de la familia.

Thomas Shelby se rió levantando las manos para acallar las voces que le pedían que se acercara junto a los que entonaban canciones para que participara como cuando frecuentaban las caravanas, terminó cediendo cuando su tía se lo pidió personalmente, y se acomodó sobre un banco de madera buscando con la mirada a Antonella entre los invitados.

Se había enamorado una vez antes, así que si sabía cómo se sentía aquello, la necesidad de cercanía, despertarse y dormirse pensando en aquella pelirroja le había calado hondo cuando se enteró que iba a desposarse con el Italiano, aún en conocimiento de que era un matrimonio arreglado, aún cuando le hubiera contado sus intenciones a Alfred, sabía que aquello era imposible, no solo por su reputación, sino también por su religión.

Si su matrimonio no resultaba con Henry ¿podría tener un segundo matrimonio con él? Ahora que ya sabía que iba desposarse con Bianchinni ¿debería intentar una relación con la rubia que trabajaba en el garrison? Grace no era Antonella, pero Antonella no sería suya, no por ahora.

Se aclaró la garganta luego de charlar por un par de segundos con los músicos que permanecían a sus espaldas, y sonrió desinhibido de encontrarse entre su más cercana familia, cómodo con su cultura, triste de las malas nuevas, feliz porque sabía, muy dentro de él, que no estaba amando solo.

Tomó mucho aire, evocando a aquel Thomas Shelby que existía antes de la guerra, antes de la muerte, y de las amantes muertas, y ofreciendo una sonrisa a la pelirroja que lo observaba entre sus invitados, cantó:

»Di mi nombre
Cuando no haya nadie cerca
Cuando no haya nadie cerca
Cuando no haya nadie cerca

Que las cosas
Que las cosas que me dices
Que las cosas que me dices
No salgan por esa puerta

Y átame con tu cabello
A la esquina de tu cama
Que aunque el cabello se rompa
Haré ver que estoy atado
Que aunque el cabello se rompa
Haré ver que estoy atado

Di mi nombre
Pon tu cuerpo contra el mío
Y que lo malo sea bueno e impuro lo bendecí'o
Ya me abrazas sobre tu cuerpo
En la esquina de tu cama
Y en el último momento dime mi nombre a la cara
Y en el último momento dime mi nombre a la cara»

Solomons metió algunas cosas dentro del automóvil, observando a Antonella apoyada junto al automóvil viendo la enorme casona, se acercó a su hermana, quitándole el cigarrillo de los dedos para echarle una calada larga alzando la mirada al cielo,se giró por sobre su hombro al ver que Thomas regresaba con la carpeta con papeles que había olvidado en su despacho.

- Gracias Tom.

- Gracias a ustedes por quedarse con nosotros, nos ha encantado tenerlos de visita.

- Me sorprendiste Thomas, no sabía que cantabas.

- Ni yo que reías tanto - Le dejó caer la mano en la espalda guiándolo hasta el automóvil - Antonella...

- Gracias por invitarnos Thomas.

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