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Actualización

La parte inferior del largo vestido estaba repleta de flecos dorados, un corte de vaina definía la silueta perfectamente, el escote redondo dejaba el pecho descubierto, dibujando el borde de los senos turgentes, y las clavículas afiladas, varios destellos de diamantes habían sido bordados a mano en el escote, cintura, y cadera.

Bianchinni estiró torpemente su abrigo al botones en el vestíbulo del teatro, los ojos se le fueron de inmediato a la espalda que quedó descubierta al quitarse el enorme abrigo negro, los guantes dorados cubrían los brazos por encima de sus codos, y largas mechas rojas caían desde el peinado trenzado en su nuca, la delgada cadena de plata trenzada a su cabello se meció cuando se giró a buscar a su acompañante.

Se acercó a él entrelazando su brazo al del italiano al que le costaba quitarle la vista de encima, la acercó hacia las escaleras para que ella pudiera subir a su lado, se sentía como el rey de todo Londres, aun en conocimiento de que él le había pedido que llevara a Antonella al teatro, los hombres se giraban a verla, las mujeres susurraban acerca de su belleza.

– Antonella, permítame decirle que me siento completamente dichoso de que usted me honre con su compañía esta noche – Se atrevió a decir al fin viéndola al detalle, tenía las mejillas sonrojadas, y aunque no sabía si era el rubor o porque se sentía avergonzada, la sensación cálida en el estómago le encantó.

– No son necesarios tantos halagos, Henry, usted está haciéndome un favor a mí.

– No entiendo cómo podría ser de esa forma, en lo que a mí respecta, soy la envidia de todos aquí – Le sonrió estirándose a tomar un par de copas de champaña de las bandejas que los garzones paseaban por el salón de eventos, donde la socialité compartía antes del ballet.

– ¿Cómo supo que el ballet estaba en la ciudad?

– Su madre me lo dijo – Antonella rió reclinando la cabeza hacia atrás sosteniéndose del brazo de su acompañante.

– Ella va a sufrir realmente cuando usted tenga que volver a Italia.

– Si Alfred va a obligarme a invitarla a salir, puedo retrasar un poco mi regreso – Le sonrió ampliamente bajando la mirada hasta ella, buscó entre la multitud a donde iban los ojos de Antonella quien ahora expandía una bellísima sonrisa en su rostro.

– Thomas – Exclamó acercándose a él para tomarlo del brazo – que coincidencia verle aquí.

– Antonella, qué sorpresa tan agradable – Respondió el aludido deslizando su mirada el hombre del que ella se sostenía – permítame presentarle a mi amiga Grace – sonrió presentando a la mujer a su lado que saludó con una sonrisa estrechando las manos de la pareja.

– Es un placer Grace, Thomas, él es Henry Bianchinni, es un nuevo socio al que Alfie pretendía presentarle en un par de días cuando viniera a Londres.

– Mucho gusto, Henry – Le estrechó la mano sin quitarle la vista de encima – estará en la ciudad entonces para mí reunión con Alfred.

– Eso espero, Thomas, Alfred me habló muy bien de usted – Shelby sonrió asintiendo para luego dirigir la mirada a Solomons al tiempo en que la campana sonaba para anunciar que la función estaba a punto de comenzar – Antonella ¿Le gustaría compartir el palco con nosotros?

– Nos encantaría – Asintió con firmeza.

– Muy bien, entonces, Henry lamento importunarlo pero me permitiría un minuto con la señorita Antonella, hay algunos negocios que necesito discutir.

– Por supuesto, señor Shelby – Sonrió apartando cuidadosamente la mano de Antonella – ¿Señorita Grace me permitiría escoltarla hasta el palco? – la mujer asintió un par de veces echándole una mirada a Thomas, para que ambos avanzaran en dirección a los pasillos que llevaban a los palcos privados, pronto el salón comenzó a desocuparse, dejándolos a ambos ahí.

Every Thursday.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora