Alfred besó a su madre en las mejillas para entrar en la casona dejando en sus manos una caja con pasteles rellenos de dulces, observó la estancia para encontrarse con el enorme abrigo negro y sombreros colgados junto a la puerta.– ¿De quién son? – Cuestionó señalando las prendas con el rostro completamente serio – ¿tienes invitados, madre?
– Henry Bianchinni, Alfred – Respondió madre emocionada, acomodando con suavidad su mandil blanco y bordado – ¿Dónde está tu hermana?
– ¿No está aquí?
– Pensé que llegaría contigo, siempre están juntos – Se rió desdoblando la mirada a las puertas cuando tocaron – debe ser ella ¿te encargas hijo mío?
– Claro, madre – Sonrió viéndola alejarse hacia el salón, regresó a abrir la puerta – Nela, tenías razón.
– ¿El italiano está aquí? – Preguntó besando su mano para tocar la mezuza en el dintel de la puerta, dio un paso adentro quitándose el abrigo y besando a su hermano en las mejillas.
– Como si no fuera suficiente con el salsa putanesca de Sabini, ahora tenemos al tagliatelle este para la cena – Antonella rió – ¿Dejaste tu boca marcada a propósito en la mejilla de Shelby?
– ¿Tú qué crees?
– Que te encanta ver arder el mundo, Antonella.
Estudio cada uno de los movimientos de Henry Bianchinni cerca de su hermana, madre los había sentado uno junto al otro, esperando que lograran esa cercanía que anhelaba para poder celebrar un matrimonio antes de que el año acabara, era otoño.
No podía negar de ninguna forma, que Bianchinni era el hombre perfecto, era extremadamente atento con su madre, gracioso, educado, y veía a su hermana como su acabará de descubrir un hada revoloteando por él salón.
Lo detestaba.
Definitivamente detestaba que no tuviera una sola cosa desagradable, era todo un caballero, de buena familia, perfecto para su hermana, y era increíble como su voz acaparaba la atención de su madre, quien no se veía así de fascinada con alguien desde hace años. Asintió torpemente, con el habano en la boca luego de que Henry le volviera a pedir permiso para salir con Antonella a la terraza para charlar.
– Si te acercas de más, te cortare las manos – Advirtió viéndolo seriamente.
– Alfred – Lo regañó su madre estirando su mano a acariciar su brazo como un suave llamado de atención.
– Con permiso madre, Alfred – Le sonrió socarronamente a Antonella ante el tono de voz que ella hacía, y observó atentamente cómo Bianchinni la guiaba a una distancia más que prudente.
– A Antonella parece interesarle – Comentó emocionada la señora Solomons, viéndolos charlar en la terraza.
– Eso parece, madre.
– ¿Quieres más café, cielo?
– Si, gracias.
Antonella se apoyó contra la balaustrada calando el cigarrillo mientras observaba atentamente al hombre delante de ella, quién había guiado la conversación con un tono de voz adorable y encanto en cada palabra.
– ¿A que se refiere exactamente?
– No quisiera ser impertinente, mucho menos ofenderla, Antonella, solamente creo que ambos nos encontramos en la misma situación – Explicó acercándose con cuidado a ella para encender su propio cigarrillo – podría apostarle a que su madre está espiándonos por alguna de las ventanas ¿no es así? – Antonella desdobló la mirada para ver sobre el hombro de Bianchinni.

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Every Thursday.
Fanfiction- El amor romántico es una treta evolutiva, señor Thomas, un engaño para asegurar la reproducción y proteger a la progenie. La más pequeña de los Solomons está aquí para demostrar de qué está hecha. 🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥 Fanfic de Peaky blinde...