11| La pienso usar contigo

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¿Lo habéis disfrutado demasiado?

¿Qué esperas para leer el siguiente capítulo?

Multimedia: I Don't Know Why - AVAION


—Capítulo 11—



No sé qué diablos se supone que haga.

No puedo quitarme de la cabeza lo que hace algunas horas pasó. Aún recuerdo la manera en la que me miraba y esas palabras no debería haberlas dicho.

¡Oh, Rhys!

Pienso en no tocar más el tema, pero, si de algo estoy segura es que, es inevitable no hacerlo.

Allí junto a la ventana me quedo mirando la oscura noche hasta la mañana siguiente. Y él apenas llega a tocar una de esas canciones. Solo unos segundos más hasta que no quede nada de él.

Me tiro el pelo hacia atrás antes de caer contra el raso y esponjoso colchón. Aunque ya no es momento de echarme una siesta. Solo eso hará que me vuelva a enfermar. Me froto los ojos y se me ha nublado un poco la mirada. El tic tac del reloj que está en la pared suena mucho más fuerte que hace un minuto. Seguro que no lo he notado antes.

Y yo sigo creyendo que esto ha sido una horrible pesadilla. De hecho, fue algo que no me lo esperaba. Por única vez siento que no he sido lo suficientemente reflexiva. Los problemas han surgido de repente. El descaro en su rostro ni la torpeza en mis piernas son clave para deshacerme de aquellas frases.

Por el amor de Dios, ya debería dejar de pensar en él. Ha dicho que ya no me necesita.

Si alguien lo ve será expulsado de la universidad y juzgado ante la Corte.

Y eso podría meterlo en serios problemas.

Una mueca de pura confusión deforma mi rostro. Apenas y cojo un poco de aire. Siento que todos los huesos del cuerpo se me van rompiendo.

Me dirijo al cuarto de baño y suelto la llave de la palangana para refregarme la cara. Pasado un tiempo, empiezo a cincelarme los mofletes con algunas brochas de más. Lo hago a manera de sentirme bien. No obstante, me detengo rendida con las manos apoyadas sobre el tocador y me acerco con pasos parsimoniosos. Me observo a mí misma de manera extraña e intento no pensar en él.

Enseguida siento como el estómago me cruje, no he comido nada desde ayer. Algunas veces lo hago y otras veces prefiero quedarme todo el rato en mi habitación. O sencillamente echarme una carrera. Voy a la cocina y me sirvo un vaso de leche de almendra con avena y frutos secos. En cuanto Nana, prepara una de esas rebanadas de caramelo que le quedan como para chuparse los dedos, reviso mis redes sociales.

Y, como si nada fluyera, algo me golpea en la cara. Lo miro y paso saliva como caído del cielo. Rhys lleva una chaqueta negra y, dentro, trae puesto una camisa impecable, planchada y abotonada. Y, por lo visto, ya no lleva más esa coleta, el cabello se le ve un poco más largo. Tiene un estilo muy atrevido. Toma una jarra de jugo de frutas del refrigerador, se sirve y se lo termina de un sorbo. Antes de que se vaya, no me quita la mirada de encima y pasa por mi lado recorriendo su larga mano hacia mi corto cabello rosa con sabor a chicle.

—Puaj... eso sabe a vómito.

Siento ese pequeño hormigueo en la oreja.

Y yo... yo me detengo a verlo de reojo.

Rhys Mitchell: El sabor del pecado [ I ] +21 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora