39| Fiesta de las Hogueras (El acto final)

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Uf... Si hasta aquí llegaste te mereces todo el amor del mundo. 

Espero que hayas podido aventurarte tanto como yo. 

La historia de Blake & Rhys.

Besos.

Multimedia: 12/21 - Prelude

—Capítulo 39—

EL ACTO FINAL




La muerte se siente cerca.

El agua nubla mi visión y obstruye mi garganta. Siento una quemazón en el pecho y un espasmo laríngeo. No puedo respirar debajo del agua. Estoy sumida en un tipo de ahogamiento por falta de aire. Mi vestido se riza por la espantosa presión y mechones de cabello cubren una pequeña parte de mi rostro.

No quito la vista del chico que salta de aquella distancia de donde he caído y una ventajosa luz lo alumbra. Viene por mí, aunque, mis ojos ya no responden como deberían ser. Mi cuerpo se paraliza y las hebras de mi melena se oscurecen.

Las extremidades ya no me funcionan, pero los oídos me pitan. Todo apenas es una mancha oscura y el dolor es cada vez más frecuente. Una contingencia nocturna no vista en mucho tiempo y una especie de punzada se instala en mi estómago. Los gritos se escandalizan y el terror se fomenta cuando estoy en los brazos de Rhys Mitchell.

—¡Blake, joder! ¡Reacciona, maldita sea!

Mi liviano y helado cuerpo está tendido sobre el suelo. Mi pulso es débil, pero una parte de mí sabe que solo algunos de mis sentidos están funcionando. No tengo las fuerzas suficientes para abrir los ojos en formas que no puedo ni verme a mí misma. Sé que me está costando muchísimo y la penumbra en la que estoy envuelta me parte el alma en dos.

Por unos instantes estoy muerta y siento sus manos sostener las mías. Lo siento en mi pecho, en todo mi cuerpo. Un colapso nervioso se curta en mi interior y los rastros de luz ambarina golpean mi piel.

Cada latir deja de responder.

Rhys llegó hasta aquí solo para salvarme. Los recuerdos no parecen querer irse, están ahí y los sentimientos me azotan tan fuerte que apenas consigo arrancármelo del pecho. Un nudo implacable y difícil de sacar se acondiciona en mi garganta. Siento su cabeza en mi tórax y luego me da respiración boca a boca. Cada lágrima, lección y desesperación se cuelan en su aterciopelada cara.

—¡Llamen a una puta ambulancia! —Rhys encabeza los gritos a todo pulmón—. ¿Qué no me han oído?

Sus oscuros lamentos taladran por todo el espacio y cada inhalación se profundiza. Las venas se entumecen en su cuello y una acumulación de gruñidos asalta su garganta.

Todos están muertos de miedo.

Le tiembla la mano y el pánico atenaza sus cuerdas vocales. Su voz se siente por todos lados y, por un segundo, pierde el equilibrio. Está de rodillas junto a mí y apenas noto como el sonido se ahonda. El agua regresa e inunda causándome un pequeño ahogamiento. Lagrimeo y comienzo a toser que duele tanto la parte posterior de mis extremidades.

—Ya está reaccionando —Claire va en mi ayuda con la voz cristalizada.

—Blake...

Mi hermano, del que tanto os he hablado, envuelve sus brazos en mi cuerpo. Siento los goterones de su pelo mojar mi rostro y sus manos ceñirse en mi badana. La suavidad con la que lo siento me narcotiza y la loción que hay en él es sensacional. Es un dulce especiado, especias y canela junto a la humedad que atesora su cuerpo. No me atrevo a soltarlo, es como si mi vida dependiera de ello y me motivara a decirle que en situaciones así me he dado cuenta que no me gustaría perderos.

Rhys Mitchell: El sabor del pecado [ I ] +21 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora