35| Sinestesia

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¡Feliz jueves!

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No me haría nada más feliz que leerlos. 

Multimedia: First Of November - Colossal Trailer Music/ Florecer - LLuna

—Capítulo 35—



De regreso, el viaje en auto se ha llenado de un silencio sepulcral, y no me he atrevido a mirarlo. No hemos hecho nada malo, bueno... estábamos a punto de hacerlo. Mucho antes, solo nos hemos puesto a ver el cielo azul y a comer unos deliciosos sándwiches de pollo y a beber una Coca-Cola.

Para aligerar la tensión ha puesto un poco de música. Me ha sonado buenísima, aunque tiene un demo nostálgicamente. Florecer de Lluna. La letra originaria está en español. Siento que me voy a tatuar el nombre de la canción.

Por ahora, tengo los ojos puestos en la ventana y al parecer eso es algo que hago normalmente. Alrededor de una hora se abre la enorme contrapuerta enrejada para estacionar su auto frente a mi casa. Me despido con un simple beso en la mejilla y, antes de entrar, me detengo a ver la amarillenta y reveladora noche.

Nana me abre la puerta y parece no haber nadie, más que ella y yo. No doy detalles sobre mi salida, así que solo corro escaleras arriba y, obedientemente me quito los zapatos y los dejo a un lado de mi cuarto. La pequeña lámpara de mi mesita de noche está encendida, volteo la mirada atrás y una sombra se guinda en la revestida pared de jaspe y, en efecto, se pone de pie. Rhys me ve como si lo hubieran abofeteado, apuesto a que no se dio cuenta de cómo yo me sentía.

—¿Cómo te ha ido con tu generoso novio?

¿Qué ha dicho?

No lo puedo creer.

¿Cómo es posible que nos haya visto?

Sigo sin entender y mis brazos dejan de funcionar por un momento.

Lo veo fruncir el ceño y yo tengo la misma expresión que la suya. Se acerca lo suficiente para verme y su dulce aroma me magnetiza. Pero, no sé cómo he podido soportarlo que agito la cabeza y desato las palabras que han estado allí deambulando en mi cabeza.

—¿Y tú de dónde sacaste eso?

—Digamos que los he visto —Una sonrisa fría tiñe su rostro.

—¿Por qué? ¿Por qué haces esto? —resoplo cuando me extraña la forma de su cambio repentino.

—No te sorprendas. Fue solo una menuda casualidad.

¿Por qué no mejor me dice que estuvo siguiéndome?

A lo mejor, Summer todavía era su prioridad. ¡Puaj! No quiero ni imaginarme. Ya fue suficiente. Normalmente, me devolvería mi espacio pero no lo hace. Registra el olor de mi cabello y lo etérea que se vuelve mi piel cada vez que él interviene. Me arropa y me desnuda con una simple mirada. Hay algo en su manera de ser que me hace querer abofetearlo. Aprieto las manos y, tan pronto como pueda, recobro la conciencia y el ágil movimiento de mi cuerpo. Dirijo mi mirada hacia la suya y me aseguro de que esto sea irreversible.

—¡Hazte a un lado! —Lo empujo, pero él no se mueve y, cuando encuentro la manera de irme, me agarra por el codo y me lanza una mirada furtiva.

—¿Cuál es la prisa?

—¡Suéltame!

Mascullo, pero aún me cuesta respirar. Me quita la respiración con demasiada facilidad.

Rhys Mitchell: El sabor del pecado [ I ] +21 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora