36| La familia Campbell

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¡Feliz viernes!

Estamos ya en la cuenta regresiva. 

¡Denle mucho amor el tiempo que le queda!

Los misterios se desatan ;)

Multimedia: Familiar - Agnes Obel


—Capítulo 36—



Papá no se atreve a decirme la verdad. No se ve lo suficientemente sincero.

Según la ciencia todos guardamos trece secretos a lo largo de nuestra vida. Seguro que hay algo que no hemos querido contar nunca.

Una sensación de vacío nos embarga y duele tanto que por más que quieras no te lo puedes quitar.

Poco después, Lachlan sale debido a los gritos que se han suscitado, y por no mencionar que él también me estuvo ocultando.

—¿Me perdí de algo?

Ya no puedo mirar a ninguno de los dos, ni mirarme a mí misma como tal. Siempre ha sido así de intenso, solo que no he querido darme cuenta, pero ahora lo hago.

El legado de la familia Campbell no solo es un misterio. También esconde cosas más turbias de las que yo he visto.

Somos los de la alta sociedad con un oscuro pasado. Estamos entre las treinta familias más importantes de Australia con múltiples estados de cuenta, un dos seguido de catorce ceros, dueños de un gran bufete de abogados y algunas entidades bancarias del país y, por serlo, tenemos fácil acceso a las estaciones de esquí, teatros, museos, hipódromos y campeonatos de golf, etc. Sin embargo, no cambia el hecho de que se guarda algo oscuro al fondo del pozo. Técnicamente, somos los que se encargan de manipular a las telecomunicaciones y la información que ésta transmite.

—¿Por qué no mejor se lo dices? —mascullo entre lágrimas—. Oh, lo olvidaba. Quizás soy la única que no lo sabe.

—¿Qué hay que saber?

Lo ve como si no estaría enterado de nada.

¿Cómo pretenden engañarme si los he oído hablar? ¿Por qué harían algo así? ¿Qué hay detrás de todo? ¿Y por qué ese hombre estaba abrazando a mi madre? ¿Quién era?

—Es Wolfgang.

Esa primera confesión me deja sin aire en los pulmones.

¿Será el de la foto? O mejor me esté equivocando. ¡Demonios! ¿Por qué me causa mucha intriga?

—¿Wolfgang? —Su expresión cambia de inmediato.

—¿Quién es «Wolfgang»? —me dirijo al lugar donde se oye una voz. ¡Oh, es mi propia voz! Se me achina la piel porque sé que las cosas se pondrán muy feas.

—Es mejor que se lo digas —Lachlan altera la situación.

—¿Decirme qué? —protesto.

—No me queda otra alternativa.

Papá resopla moviéndose con un Whisky en la mano y le da un sorbo como si lo necesitaría. Después se toma todo el tiempo para decirme lo que está pasando y sé que la gravedad se aproxima. Para cuando mira su reloj, se acerca a mí y me toma las manos.

—Tienes que saber algo —avisa con mucha cautela y lo hace hasta que se sienta lo suficientemente seguro—. Tenemos enemigos que nos quieren lastimar.

Rhys Mitchell: El sabor del pecado [ I ] +21 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora