31| El sabor del pecado

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Y hasta aquí he llegado.

Con ustedes, @LianaTheQueen  u originalmente Yuls_Garcia   (Ya no tengo miedo de esconderme) 

¡Abróchense los cinturones que estamos a punto de despegar!

Multimedia: Minefields - Faouzia & John Legend


—Capítulo 31—




—¿Tienes hambre?

—Sí, un poco —admito con la mirada puesta sobre la suya.

—Dame un segundo —dice moviéndose hacia el otro lado del balcón y apenas noto que trajo algo de comer.

—¿Qué es?

Se me escapa una sonrisa ladeada.

—Omelette, lo que tanto te gusta.

No le lleva demasiado tiempo explicarme. Sabe lo que hace, lo ha sabido desde aquel primer instante.

—Lo es, pero ¿y eso tú como sabes...?

—Blake, he estado ahí cada maldito momento del día. Sé todo de ti, como la comida que te gusta, a qué hora te vas a dormir y a qué hora te levantas. Sé cuánto te encanta viajar y vacacionar por todo Europa y Asia. Y la música que tanto escuchas We Found Love de Rihanna, incluso la ropa que escoges un día antes para ponerte y tu gran colección de lencería —Su confesión me tiene completamente congelada como si el viento estuviera a punto de azotarme.

—Sabes que eso está mal —hablo entre mordiscos y los nervios palpitan mi piel. Todo fluye en cuestión de segundos.

Puede malograrlo. Esa es su especialidad.

Arma, desarma, hace, deshace, escribe y borra.

—Sé lo que hago.

¿Lo sabe?

Con él, la situación se desborda. Entona la más triste y misteriosa canción. Lo nuestro es imposible, lamentable, reprimible, prohibido e... inadmisible. Somos dos partes, pero no del todo iguales.

En el fondo, quiero que suceda, y saboree el verdadero pecado del amor. Sentir que puedo soltarme y dejarme caer en sus brazos. Perderme en sus ojos, en sus labios, en sus manos y en su cuerpo. Probar su calidez, justo como la estoy sintiendo de él cuando me rodea. Me tiene tomada del cuerpo. Mi espalda toca su duro torso y su hálito espabila mi nuca.

—No, no tienes idea de lo que estás haciendo —Trago saliva.

—¡Atrévete! ¡No hay peligro!

—Me gustaría que fuera así pero... contigo es donde corro más peligro.

Acabamos de comer y, a muestra de sinceridad, desvío la mirada hacia las grandes olas. Quiero decirle más cosas de las que yo siento, pero no puedo. No puedo olvidar todo lo que ha hecho. No puedo darle lo que él tanto quiere. No quiero entregarle mi corazón, porque de hacerlo, entonces lo va a destrozar. Por lo demás, no sé si pueda contenerme. Cada que lo veo, todo empieza a nublarse.

—Olvida todo lo que somos. ¡Hazlo! ¡Hazlo! ¡Hazlo! ¡Te lo pido, por favor!

Rhys me lo está pidiendo. Se ve nuevo en él y su respiración se desprende por toda mi piel.

Rhys Mitchell: El sabor del pecado [ I ] +21 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora