30| Esto es por ti, por los dos

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¡Feliz domingo!

Espero que esta historia haya cumplido con cada una de sus expectativas. 

Agradezco también a los que han estado desde el primer capítulo de esta historia. 

Multimedia: The Trip - Still Corners


—Capítulo 30—



Esta noche, en la carretera del este, las luces chispean junto a la agitada lluvia y los charcos chapotean los bordes del sistema de frenos. Es el resultado de meternos aquí —porque el espacio para movernos— se hace más complicado. Sostenerlo de tal modo me llena de alivio y me apego a él como si estuviéramos destinados a estar juntos. La humedad se siente y se oye un fuerte zumbido de aire.

Me intriga saber qué es lo que estamos haciendo.

Minutos después, casi puedo verlo patinar accidentalmente. Él, tomado del manillar. Mi cuerpo tiembla por instinto y me agarro fuerte de su chaqueta.

—¡Nos vamos a caer! —anuncia, justo cuando puedo sentir en mis manos sus pectorales marcados—. Voy a detenerme.

—De acuerdo.

Varios goterones resbalan por toda mi cara como si me ahogara en un océano profundo y mi cuerpo se estremece de inmediato al bajarnos. Me deja con muy pocas opciones. Debo mantenerlo lejos de mi vista, pero eso es lo que menos sucede. Rhys es más fuerte que la nicotina.

—Mira eso —me indica con un gesto halagüeño—. Es un motel. Quedémonos hasta la mañana siguiente.

—Ni loca.

Trago saliva. No me acostumbro pasar una noche más a su lado después de aquel desafortunado momento.

—¡Blake, aquí nos vamos a resfriar! —escurre un mechón empapado bajándolo por mi cutis y me mira con una sonrisa satisfecha.

Encuentro refugio en él. Ha sido así desde hace unos minutos. Ya no me arruina. Quizás lo hace por cada momento de terror. Creí que nos lastimaría, pero afortunadamente no pasó nada malo; aunque no estoy muy segura qué podría pasar.

El hecho de que esté protegiéndome ya nos hace cómplices.

—No me mires así —le sugiero que no lo haga. Por lo demás, no tarda en llegar ese estupor en mi rostro como si se tratase de un maldito hechicero.

—¿Así como? —empieza a tomar forma con su porte intimidante.

—Ugh... como sea —resoplo con un latido enseñando las uñas a mi pobre corazón—. Nos vamos a quedar, pero que no se te haga costumbre.

A última hora toma de mi mano y me encamina hacia el otro lado de la calle con el rostro goteando sobre su cuello. Cuando saltamos la alcantarilla del ribete nos quedamos viendo como si por un instante el mundo se detuviera.

—¿Nerviosa? —El sonido de su voz es suave en el espacio.

—Eh... no.

Lo estoy.

Ordenamos que preparen dos habitaciones antes de preguntarle al recepcionista por la disponibilidad, pero por desgracia, solo hay una que está desocupada y es la que está en el piso de abajo. Un oscuro sótano con una tenue luz y un gran letrero apuntando: «Welcome to Davidson!»

Rhys Mitchell: El sabor del pecado [ I ] +21 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora