20| La guarida

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¡Feliz sábado!

He aquí el capítulo de hoy.

Multimedia: What Is Love - Haddaway


—Capítulo 20—


Yo, en definitiva, no soy un blanco fácil, y eso lo acabo de demostrar en este preciso instante. Pero cuando veo que Rhys da un paso hacia mí, el corazón se me quiere salir del pecho; así que hago todo lo posible para evitarlo.

No perturbará mi mente. Eso sí que no.

Levanto la mirada y me echo a caminar. Seguro que podré resistirlo. Inhalo y siento mi vaho removerse a mi alrededor. La oscura noche nos rodea y la distancia es lo único que nos mantiene a flote. Aunque él no lo quiere ver de esa forma. Nada puede ser peor que volvernos a liar con vuestros problemas de malquerencia.

—¡Juega y seguirás huyendo de mí!

—¿Por única vez en tu vida podrías dejarme sola? —mascullo como para que termine yéndose de mi lado, pero no lo hace. Y de pronto, consigue que esa sensibilidad acabe conmigo en un solo instante.

—No lo haré ni aunque me lo pidas.

—Hubiera estado mucho mejor si no estuvieras aquí conmigo —Soy lo suficientemente hiriente para atacar.

—Seguramente te habrían comido los jabalíes.

—Como si eso fuera a pasar —me abrazo a mí misma dejando que su mirada caiga en mí. Quiero continuar pero la oscuridad se siente demasiado cerca.

—Puede haber uno —me mira amenazante con esos ojazos azules que aquejan a cualquiera que lo viera. Las venas de su cuello palpitan y sus manos se mueven ligeramente. A medida que va acercándose el sonido se hace más real—, así que mientras más corras, nada volverá a ser lo mismo.

—Y yo no volveré a caer en tu juego.

—Ya caíste.

Es ahí donde no había terminado por darme cuenta de lo que hacía o decía. Como que el tiempo fue pasando y uno va analizando las cosas. Que me diga eso ya es todo un complot contra mí, contra aquello que estaba empezando a crecer en mi interior.

—Prefiero vender mi alma al demonio antes que a ti —Me vuelvo a centrar en él con la misma rapidez que hace un instante.

—Pues ya ves uno al frente.

—Yo no veo a nadie solo a un pobre infeliz con problemas mentales —Hablo entre dientes.

—Todo de nuevo será como yo lo ordene.

—¡Púdrete!

Por un momento no quiero verlo a la cara e intento conseguir que se aleje de mí, pero de algún modo es inevitable. Soy presa fácil para él. Rhys es un inofensivo animal que también puede cortarme la garganta.

Cada vez se siente el camino más largo y él sugiere que nos quedemos hasta el amanecer y busquemos la manera de salir de aquí cuanto antes. Y pensar que aquello surgió como una prueba del destino. Es tan revelador que a veces da miedo. Es un miedo que cuesta descifrarlo casi como una sensación vacía que sale de tus poros.

Rhys cae sobre el suelo lleno de frondas con los brazos flexionados detrás de su cabeza y, como caído del cielo, me acomodo a su lado y dejo escapar un suspiro cansino. Si nos quedamos aquí por mucho tiempo, juro que nos vamos a congelar.

Rhys Mitchell: El sabor del pecado [ I ] +21 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora