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Suspiró, parado en el pórtico de la casa Spallati, moviendo sus manos nerviosamente.

Antes de tocar, observó su reflejo en el cristal decorativo de la puerta, acomodándose el cabello y de paso la ropa también, por si acaso.

Verificó que todo estuviese bien con el regalo y se fijó en la hora una última vez antes de finalmente tocar la puerta.

Esta fue abierta mas rápido de lo que pensó, por un radiante Ignacio, que le sonrió en cuanto lo vio, mostrándole sus blancos dientes perfectamente alineados.

Lucía alegre y jodidamente atractivo, tan solo usando una simple remera roja y unos jeans negros de esos que eran un poco holgados, pero que ajustaban en las partes correctas.

— Feliz cumple...

— Hola

Mauro había tenido ganas de ser el primero en hablar, pero por andar mirando a Spallati como un bobo, terminó felicitándolo al mismo tiempo que este lo saludaba.

— Hola...

— Gracias...

Mauro se maldijo por dentro, pero tanto él como Ignacio rieron esta vez.

Antes de volver a "cagarla" (según su criterio), le tendió al morocho la bolsa con el regalo que le había comprado.

— Oh emmmm... Gracias... — Matías tomó la bolsa con curiosidad — ...Aunque no era necesario. No te hubieses molestado...

— No me molestó... — respondió Mauro — ...En realidad solo intento darle una buena impresión a tu vieja. Capaz si ve que te traje un regalo se olvide que fui muy maleducado el otro día... — dijo, acompañado de una risa nerviosa.

Por una parte era verdad. Por otra... Mauro no se enorgullecía de la cantidad de tiempo que invirtió en pensar en un regalo que pudiese gustarle al morocho.

Este soltó una risita ante su comentario.

— Por eso no te preocupes... Ella piensa que sos adorable... — le dijo divertido, haciéndose a un lado en el marco de la puerta, indicándole que pasara al interior de la casa. Mauro pasó, bufando.

— Me han dicho muchas cosas en mi vida, menos adorable — comentó, usando el mismo tono burlesco — ...pero prefiero que piense eso, a que crea que soy grosero

Salieron del recibidor durante esa pequeña charla, adentrándose hacia la sala. Ahí se encontraban varios adultos, mujeres y hombres, conversando tranquilamente. Mauro supuso que eran familiares de Matías. Estos voltearon a verlo en cuanto notaron su presencia y el platinado los saludó tímidamente con la mano.

Divisó a la madre del morocho entre ellos, aquella se levantó del sofá donde estaba sentada para ir a darle un abrazo y un beso en la mejilla.

Matías puso la bolsa de regalo sobre una repisa antes de seguir guiándolo por la casa, hacia el patio trasero.

— Acá atrás están todos mis amigos — le dijo — ...Es incómodo estar con mi familia ahí en la sala, entonces nos movimos para acá para tener mas "libertad"...

Terminó su explicación justo al llegar al exterior. Había una pequeña terraza luego de cruzar una puerta corrediza y mas allá, un espacio medianamente amplio cubierto de césped en el que varios chicos sentados en sillas de plástico charlaban animadamente. Algunos llevaban latas de cerveza en la mano.

• • •

Ignacio avanzó hacia su grupo de amigos sintiéndose un poco nervioso, inexplicablemente. Mauro caminaba junto a él en silencio.

Soy Uno Más ✧ Litcko [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora