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El día apenas empezaba y ya le estaba yendo para el orto. Matías no podía creerlo.

No solo se había despertado con terrible dolor de cabeza, sino que también su madre le avisó que su papá lo pasaría buscando para llevarlo a la escuela hoy.

Obviamente había protestado, pero no era algo que estuviese bajo su control. Lo único que logró fue discutir con su madre.

Y gracias a ello olvidó mencionarle el dolor de cabeza. Ahora estaba en el auto con su viejo, de camino a la escuela, sin siquiera haber tomado una pastilla. Y tarde, porque aparentemente el mayor, además de ser un imbécil, también era impuntual.

Realmente ni siquiera había necesidad de que lo llevara, la escuela le quedaba a tres cuadras a Ignacio, eran fáciles diez minutos a pie.

Pero Darío tenía que venir a fingir que le importaba la vida de su hijo.

Aquel ni siquiera le daba bola en este momento. Era consiente de que su padre llevaba varios minutos hablando, pero consideraba que era mucho mejor ignorarlo. Así evitaba que sus ganas de mandarlo a la mierda le ganaran.

— Matías — lo llamó su progenitor, siendo la tercera vez que repetía su nombre.

— ¿Mhnm? — el morocho por fin le prestó atención, apartando su vista de la ventana. Dario suspiró.

— Te decía que... Felicidades, por tus dieciocho años. Atrasado, pero...

— Gracias — lo cortó fríamente el menor, a quien le hubiese gustado demasiado que la conversación hubiese muerto ahí.

— Me hubiera gustado asistir a tu cumple pero...

— A mi no — Darío dejo de hablar, apretando su agarre sobre el volante.

Llegaron a la institución un par de segundos después. El mayor de los Spallati aun no terminaba de estacionarse bien cuando ya Ignacio estaba bajando del auto.

— Que tengas un buen día hijo. Te quie... — el portazo no lo dejó continuar con la oración.

Matías se subió la capucha de su buzo, metiendo las manos en los bolsillos, y caminó lo mas rápido que pudo al interior del edificio.

No había mucha gente en los pasillos. Cuando llegó a su salón, dio un par de toques y abrió la puerta él mismo antes de recibir respuesta.

— Spallati. Tarde — la profesora de inglés le dijo.

Simplemente la ignoró y se dirigió a su asiento, agradeciendo que la mujer no le dijo nada más. No se hubiese podido contener de decirle que cerrara el orto.

Trató de verdad prestarle atención a la clase, pero con el dolor de cabeza y el mal humor no lo consiguió, por lo que se dedicó a garabatear en su libreta.

Frunció el ceño cuando de repente sintió su celular vibrar en el bolsillo de sus jeans. Lo buscó y al desbloquearlo para ver el mensaje, no pudo evitar sonreír.

Tu vieja te obligó a ponértelo

Buscó con la mirada al emisor del mensaje. Mauro estaba con la vista fija hacia el frente, pero sus comisuras estaban ligeramente alzadas.

No tuvo que. Es bonito

Respondió, refiriéndose al regalo que le había dado Monzón, el cual llevaba puesto. Se trataba de un buzo blanco donde se leía la palabra sqüad al frente en letras negras y estilizadas.

Matías hasta había olvidado que lo traía puesto, con todo lo de su viejo.

Obvio, tengo buen gusto

Soy Uno Más ✧ Litcko [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora