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Luego de pasar un rato conversando y bebiendo entre risas, algunos de los tíos de Matías salieron y se pusieron a hacer un asado.

A Mauro le causó mucha ternura ver las expresiones de Matías cuando su mamá hizo un brindis, acompañado de un pequeño discurso antes de empezar a comer; una vez que el asado estuvo listo y la mesa servida.

Obviamente llenó de halagos a su hijo, y comentó algunas historias de cuando este estaba mas chico, señalando lo mucho que había crecido, aprendido y cambiado en esos 18 años. El morocho solo sonreía nerviosamente y en algunas ocasiones se sonrojaba.

Entre todos los presentes, Mauro era probablemente el único que se le quedaba viendo embobado, los demás solo hacían chistes y se carcajeaban.

Comieron como una gran familia, de la que el platinado no se sentía parte. Era evidente que los familiares de Spallati ya conocían con anterioridad al resto de sus amigos. Hablaban y convivían con ellos con total comodidad.

A Mauro literalmente lo ignoraron durante toda la cena, apenas recibió un par de palabras de parte de Natalia.

No le importó mucho de todas formas. No cuando gracias a eso tenía a un entusiasta Matías tratando de hacerlo sentir incluido.

Igual no era el único, había pegado muy buena onda con Joaquín, y como estaban sentados juntos, tuvo a alguien con quien hablar todo el tiempo.

Cuando terminaron de comer estuvieron un rato más conversando tranquilamente, luego la mayoría de los adultos se levantaron para volver adentro de nuevo.

Algunas mujeres se quedaron para recoger los platos y arreglar la mesa. La madre de Matías, su hermana Amanda y una morena, la cual no tenia idea de quien era, pero estaba casi seguro de que se llamaba Beatríz.

Mauro no se contuvo de ofrecerles ayuda. Y mientras el resto de los chicos volvían a sentarse en la parte mas alejada del patio, él ayudó a las tres mujeres a llevar varios platos sucios a la cocina.

Insistieron en que no era necesario, pero igual lo hizo, recibiendo varios agradecimientos y comentarios sobre que era muy amable.

Pero por supuesto, él era Mauro Monzón, en algo tenía que cagarla.

No pudo decir que se sorprendió mucho cuando dejó caer uno de los platos de vidrio, pero si se sintió tremendamente apenado. Tanto que, después de pedir mil disculpas, quiso recoger los trozos del suelo y terminó cortándose, debido a que sus manos temblaban mucho.

El único lado positivo de todo esto era que al menos ya estaban en la cocina para entonces y nadie además de las féminas lo habían presenciado.

Aquellas solo soltaron sonidos de exclamación, y mientras una iba a buscar una escoba y pala, las otras se agacharon para ayudarlo a levantar los trozos mas grandes. Ninguna se había dado cuenta de que se había lastimado. Obvio, teniendo en cuenta que los cortes no eran muy grandes.

No se los mencionó tampoco. No era la gran cosa y ya había generado suficientes molestias. Simplemente terminó de recoger su desastre en silencio.

— ¿Que pasó? — Matías preguntó, llegando a la cocina.

Había visto a Mauro entrar, junto con su madre y sus dos tías, cargando algunos platos, y se había sentido mal porque otra persona estuviese ayudando y no él, que era el que debería hacerlo, puesto que la fiesta (y por lo tanto los platos sucios) eran por su causa. Por eso había ido a contribuir, encontrándose con una desagradable escena. Con vidrios rotos dispersos por el piso y los presentes agachados recogiendo lo que podían.

Soy Uno Más ✧ Litcko [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora