Soy Uno Más ✧ Litcko [PAUSADA]

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Matías se sentía confundido. Lo había estado toda la noche a decir verdad.

Desde que había llegado a la casa de Joaquín y no paraba de reprocharse a sí mismo el hecho de que seguía mirando el reloj una y otra vez, atento a la llegada de cierta persona quien ni siquiera le había garantizado que asistiría.

Algo que había tratado de evitar comenzando a beber con menos cuidado, casi sin darse cuenta.

A lo cual le echó la culpa por los pensamientos que invadieron su mente en cuanto por fin vio al ojiverde acercarse hacia él a través del resto de la gente, con una sonrisa involuntaria invadiendo su rostro.

Porque lo primero que se le ocurrió en cuanto lo vio fue que lucía malditamente bien, con su ropa combinada, su cabello pareciendo recientemente cortado y sus ojos verdes atrapandolo de esa forma tan... molesta de siempre.

Supo en ese momento, mientras no pudo evitar acercarlo más a sí mismo en medio de su saludo, que ahora más que nunca necesitaba mantenerlo lejos.

Porque era peligroso tenerlo cerca.

Así que dedicó el resto de la noche a hacer lo posible por ignorarlo. Tal vez de una forma muy descarada, de la cuál Mauro por supuesto que se daría cuenta.

Pero el alcohol lo mantenía torpe. Y siendo completamente sincero, Matías prefería ser torpe lejos de Mauro que cerca de él.

Y las razones de eso estaban comenzando a preocuparlo.

Aún así, trató de distraerse un poco de eso. Pasarla bien con sus amigos, despejar su mente. Pero cada tanto no podía evitar que sus ojos se desviaran buscando cierta cabellera platinada.

Y no fue sino hasta que lo vió ahí, en medio de la pista de baile, luciendo increíblemente incómodo rodeado de toda esa gente y con una mina intentando bailarle encima que decidió que era un buen momento para tomarse un descanso de su 'sana distancia'.

Casi impulsivamente se acercó a él y se aferró a lo primero que pudo alcanzar, sorprendiendose a sí mismo por la forma en la que se negó a soltarlo cuando Monzón buscó apartarse por instinto. Le recordó un poco a uno de los primeros encuentros que habían tenido.

Y al igual que en esa primera vez que lo tomo de la muñeca, Mauro volteó a verlo con una expresión confundida, pero ahora esta se tornó en una de alivio e incluso algo más que no pudo identificar con claridad.

Estaba muy ocupado perdiéndose en sus ojos.

Por suerte supo reaccionar rápido y luego de hacerle un tosco gesto logró sacarlos a ambos de ahí.

Lo llevó afuera, porque justo le habían entrado unas incontenibles ganas de fumar. Y pensó que era mejor estar en un lugar abierto que ahí dentro, dónde parecía no haber suficiente espacio para ambos.

— Gracias — le dijo Mauro en cuanto se detuvieron en la terraza.

Solo entonces Matías soltó su mano, que había seguido sosteniendo sin darse cuenta.

No dijo nada en respuesta, solo negó, restándole importancia, mientras sacaba su caja de cigarrillos de su bolsillo.

Mauro lo miró por unos segundos, viendo como prendía un cigarro y se lo colocaba entre los labios. Pero en cuanto hicieron contacto visual apartó la mirada.

Se dedicó entonces a observar con más atención el patio de Joaquín, que al igual que el resto de la casa, lucía impresionante. Primero había una terraza bastante grande que daba paso al espacio donde se encontraba la pileta; con un jacuzzi junto a la misma, y más allá había también una cocina exterior, con una parrilla para hacer asados. Todo enmarcado en un hermoso paisajismo de distintas plantas y árboles decorativos.