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La casa de Duki estaba abarrotada de gente, como era siempre que aquel hacia una fiesta.

Y las hacia bastante seguido.

Ignacio ya estaba acostumbrado a asistir casi todos los findes a la humilde morada de Lombardo, y a la sensación de tener que moverse entre tanta gente, luchando porque el contenido de su vaso no se derramara, mientras la música resonaba fuerte en los parlantes y casi no podía diferenciar los rostros de quienes lo rodeaban, gracias a la poca iluminación del lugar.

Ya había bailado con al rededor de 3 o 4 chicas diferentes y no conseguía recordar bien el rostro de ninguna. No sabía si era porque no las había detallado bien desde un principio o por que el alcohol ya comenzaba a hacerle efecto.

De cualquier forma, no le importaba.

Justo ahora estaba feliz de que su mente por fin estuviese un poco despejada. La fiesta lo distrajo de todo el quilombo de pensamientos que era hace algunas horas.

Mauro ya no estaba en su cabeza y eso era un alivio para él.

Estaba de camino a la cocina cuando su mala suerte se hizo presente.

Justo antes de llegar, divisó a través de la puerta al anfitrión de la fiesta, su amigo Duki, charlando animadamente con un chico rubio, que parecía un tanto sonrojado. Y junto a ellos, mordiendo el borde de un vaso de plástico casi vacío con una expresión aburrida, estaba Mauro.

• • •

Antes solía disfrutar las fiestas. Mucho.

Bailaba, tomaba, conocía gente nueva, se daba algún que otro chape con el pibe mas lindo que se le acercara...

Todo lo contrario a ahora.

No podía bailar porque aparentemente había desarrollado una nueva inseguridad en ese aspecto y ahora le daba vergüenza, no bebía mucho porque lo menos que quería era emborracharse y terminar haciendo algo de lo que se arrepentiría después (ya tenía algunas malas experiencias así), y ni siquiera se animaba a hablarle a nadie por falta de confianza, mucho menos chapar.

No sabía porqué, pero no se sentía cómodo. No la estaba pasando bien y ya quería irse a casa.

Le expresó estos sentimientos a Paulo poco después de que hubiesen llegado, y aquel rápidamente le dejó claro que no pensaba lo mismo y lo reprendió, diciéndole que "ni siquiera estaba dándole una oportunidad a la fiesta".

Por supuesto, su amigo nunca lo iba a entender. Paulo estaba mas que contento con su estadía en la casa de su dealer.

Mauro no olvidaba el brillo en los ojos azules de su amigo cuando le presentó a Duki. Brillo que este parecía compartir.

Prácticamente habían pasado toda la fiesta juntos desde entonces. Mauro cumpliendo el papel de chaperón, porque no tenía y no se le ocurría nada mejor que hacer.

Sus ojos estaban cansados de ponerse en blanco ante cada chamuyo que salía de la boca de Paulo o de Duki, disfrazado de un simple cumplido o camaradería.

Ahora estaban en la cocina, el único lugar donde no te explotaban los oídos por la música, bajo la excusa de tener algo mas de privacidad, propuesta por el anfitrión de la fiesta, la cual Londra había aceptado encantado sin tomar en cuenta a su mejor amigo, que se había visto obligado a seguirlos, aguantándose las ganas de preguntarles a ambos para que mierda querrían mas privacidad y simplemente aprovechando para rellenar su vaso una vez que hubieron llegado. Vaso que justo ahora se encontraba casi vacío.

En este punto estaba tan aburrido que se animó a jalar la manga del suéter de Paulo, llamando su atención, para decirle que iba a ir afuera a tomar un poco de aire.

Soy Uno Más ✧ Litcko [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora