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Ella tenía que hacer esto, por ella, no podía seguir así, dejando que el miedo la dominará. Tocó el timbre de la puerta, uno, dos y tres segundos después la puerta se abrió, dejando ver el rostro de una mujer ya mayor, algo desgastada con una mini pala en sus manos.
— hola, omma —la mujer la miro con sorpresa, más no con desprecio— ¿puedo pasar?
— ¡soojin-ah! —la mujer se abalanzo y la abrazo, dejando caer la pala al suelo— ¡lo siento, lo siento mucho, me enteré de lo que tu padre te hizo, cuando te dije que el sabia no pensé que haría eso! —lágrimas comenzaban a brotar de sus cansados ojos—
— esta bien mamá, esta bien —dio palmaditas en su espalda—
Minutos después, ambas Kang estaban dentro en la sala, cada una sentada en un sillón diferente, soojin jugaba nerviosa con sus manos mientras su madre se entretenía terminando de plantar su nueva flor.
— omma —soojin la llamó—
— ¿si?
— quiero dejar la escuela de medicina
El silencio reino el lugar, la señora Kang sin hacer ningún movimiento, eso puso más nerviosa a su hija quien había comenzado a encajar sus uñas en las palmas de sus manos. Dolía.
— ¿tú...por qué? —porfin la miro— eres inteligente, te va bien...de pequeña siempre dijiste que querias ser una gran doctora... Tal como tu padre
— omma... Ya no soy una niña —sonrió triste— soy inteligente y me va bien, saco las mejores notas de mi clase pero...no soy feliz —su voz se quebraba con cada palabra que decia— ser doctora era lo que papá quería para mi, lo que me obligue a creer que quería... Pero en realidad...solo quería que papá estuviera feliz...en realidad nunca quise ser doctora —la primera lagrima resbaló, soojin se sentía la peor hija del mundo, incluso si sentía rabia hacia su madre, aún así quería su aprobación también— lo siento omma...te hice gastar dinero, yo te pagaré, todo lo que gastaste los últimos semestres...asi que porfavor —mordió sus labios, apretando también el dobladillo de su falda— dejame dejarlo
Sin decir ni una palabra, la mujer se levantó de su asiento y corrió hacia su hija, abrazandola una vez más, haciendo que escondiera su rostro en su pecho y acariciando su cabeza. Soojin ya había comenzado a llorar.
— mi pequeña hija, mi linda soojin-ah —su madre intentaba sonreír— no tienes que pagarme nada, no tienes que pedir perdón por ser honesta...siempre seguiste las órdenes de tu padre, hacías lo que el te decía sin protestar...¿sabes lo feliz que me pone que me digas lo que de verdad quieres hacer? —beso su frente— antes no pude protegerte, no pude hacer nada por ti, siempre me arrepentire por eso...ahora, quiero poder ayudarte en todo...asi que, dejame a mi, ayudarte en tu verdadera vocación
