(Efraín)
Desde aquella reunión, Nath se encontraba más retraído que costumbre. Lo comprendía, fue un suceso chocante, pero no lo comunicaba. Lo único que me hablaba era su comportamiento.
Yo no quería que se cerrara. Él no era una carga y podía confiar en mí. Ya lo había visto estallar por guardar sus emociones en el pasado.
No podía ignorarlo. Él sabía leer al contrario y últimamente se habían acercado. No como cuando eran pequeños, había otra vibra, pero desconocía exactamente la causa. Ya había notado. En su primer reencuentro, en el parque de atracciones, en las cabañas y en el instituto. Sin embargo, no sabía cómo tocar el tema. Pensaba que era inapropiado por los sucesos recientes.
Además, conocía los sentimientos de Nathanael. Él deseaba alejarse de Arthur, más bien apaciguar sus emociones, pero no lo conseguía. Lo notaba cuando sus miradas se encontraban.
¡El universo era muy caprichoso!
Al mismo tiempo, temía por la ambigüedad. No quería que nuestra amistad se dañara por los sentimientos del otro. Yo no requería ser correspondido.
Solo honestidad, pero ¿cómo exigirle eso a un chico qué apenas se estaba librando de su pasado?
Como cualquier enamorado, me preguntaba si había espacio para mí en su corazón. Sin embargo, ya tuvo su primer amor, decepción, y beso. ¿Qué podía ofrecerle, con qué podría impresionarlo?
Solo teníamos momentos, pero las cosas efímeras no eran suficientes para crear una conexión. Por lo que a veces me frustraba, pero fingía, porque yo había escogido esta posición.
Pese a ello, no comprendía cómo le tomaba tanto tiempo abandonar la idea de Arthur. La conexión de ambos era... peculiar, aunque claro, no significaba nada positivo. Como ahora, me encontraba con Nathanael en la biblioteca. Ya habíamos estudiado dos horas seguidas, sin ningún tipo de discusión. Él se excusaba con la ceremonia, que ya por fin, tomaría plazo el 11 de diciembre.
-¿Seguirás evadiendo la realidad?
-Solo estoy preparándome, Efraín.
-¿Por qué no eres honesto conmigo? -Murmuré dolido, ni siquiera me puso atención.
-Bien. -Suspiró y recogió sus cosas. -Vámonos a la cafetería local.
-¿Por qué? -Interrogué. Podíamos chalar aquí, la zona se encontraba vacía y nadie se enojaría.
-Estoy cansado de la biblioteca y necesito un café para encender mis neuronas. -Bromeó un poco sonriéndome y agarrando mi mano. Era una manía nueva entre nosotros. No me disgustaba, pero tampoco ayudaba a mi confusión.
Lo había platicado con mi mamá. Ella me aconsejó conversar con él. Aunque recalcó, que sin alcohol de por medio.
Dijo que era hora de poner mis sentimientos sobre la mesa y dialogar. Ya que el tiempo perfecto nunca iba a existir y debía aprovechar que una piedra importante se había ido de la ecuación.
Se refería a Arthur, era una gran oportunidad, pero ¿en qué tipo de amigo me convertiría?
Fue el dilema que le presenté a ella. Ella me trató de dar otra perspectiva. Dado que me dijo que confesar no es lo mismo que salir en plan noviazgo. Además, mencionó que Arthur era lo único que Nath conocía en ese aspecto y posiblemente por eso se aferraba a él. Concluyó diciéndome, que no estaba mal ser egoísta a veces.
Mi papá estuvo de acuerdo. No obstante, también opinó que le dejara claro a Nath como me sentía respecto a él y Arthur. No solo interés romántico, sino como amigo, pero que fuera cuidadoso con mis palabras, pues debía evitar poner presión en él.
Ya en la cafetería, pedimos nuestras bebidas y nos sentamos en la última fila. Él escogió su típico café de vainilla helado y yo opté por un té verde con leche.
Gustos muy distintos, pero que harían una buena combinación. Él con la cafeína que daba energía en la incertidumbre y yo con las hierbas que calmaban almas en pena.
-Me irrita un poco lo que dijo su madre. Pues ella esperaba que pudiera ayudarla con su hijo, pero no hay posibilidad de que lo haga.
-¿Por qué te irrita?
-Al instante, sentí que me quería usar, así como lo hizo Arthur para salvarse a sí mismo. Después de eso lo encontré en el baño y se disculpó, vagamente.
Yo lo miré con los ojos entrecerrados, dándole permiso a continuar. Arthur nunca abandonaba nuestras conversaciones y no era fácil evitar mi disgusto.
-La cosa es que, él me preocupa como persona y no sé cómo sentirme al respecto. -Confesó cabizbajo y empezó a jugar con sus dedos. Tuve que calcular mis palabras, no podía reaccionar mal ante su empatía.
-No te debes sentir culpable. -Tosí para llamar su atención. -Fue una persona importante en tu vida, no es como si pudieras borrarla de la noche a la mañana.
-Supongo. -Respondió dándole un sorbo a su café con pocos ánimos. -¿Qué hay de ti?
-¿Qué quieres decir?
-Él fue tu mejor amigo. -Dudó un poco. -¿No te interesa en lo absoluto?
Medité su pregunta. No me la esperaba, pues me mantenía ajeno a Arthur. En parte, se debía a lo que hizo y en la persona que se convirtió. Hirió a una persona que apreciaba y al mismo tiempo, era un desconocido ante mis ojos. Ser su amigo no era una opción en ningún ángulo.
Ya que era bisexual, pero más que nada, no me sentía cómodo con su presencia. Todos decían que cambió e intentaba ser mejor, pero yo no lo veía digno de mi confianza. Al final, su familia era escandalosa y prefería mis límites.
-En el momento no me interesa, pero antes, cuando te fuiste, quise llegar a él. -Dije como si hubiera soltado un secreto.
-¿Con qué fin? -Cuestionó por mi tono, pero se debió al asombro.
-Quería que volviéramos a lo mismo. -Contesté nervioso. -Así fue al principio, después fue porque te extrañaba y te empecé a querer de otra forma.
Lo dije y ya no había vuelta atrás.
En cambio, su expresión fue tierna, se ruborizó, aunque mantenía sorpresa en sus ojos.
Quería formular una oración, pero solo salían monosílabos de su boca. Respiró un rato, para dedicar sus ojos a mí, con un brillo singular.
-¿Qué qu-ieres d-ecir?
-Me gustas. -Afirmé. -No te lo quería decir, pero no podía seguir esperando. No te estoy pidiendo que salgamos, pero me gustaría que lo tomes en consideración.
-¿Desde cuándo? -Interrogó Nath, con una actitud extraña, que no pude descifrar después de su estado de sorpresa.
Después de una larga conversación, Nathanael siguió su rumbo. No me rechazó, tampoco me dijo que pasaría. Solo que necesitaba tiempo para organizar sus pensamientos. Me agradeció por confiar en él y técnicamente desapareció luego de media hora.
Me sentí extraño, como si algo hubiera cambiado sin saber qué, pero me quedé expectante. Solo la repentina lluvia, cielo grisáceo, entendían el vació que se formó en mi corazón.
Yo nunca lo dejé varado, sin importar las circunstancias, pero él se alejó y no me dejó un salvavidas para aguantar la presión que ahogada mi garganta. Pese a ello, guardé silencio, porque siempre fue solo mi amigo y yo fui quién lo sacó de contexto.
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Polos Opuestos [BL]
Romance¿Recuerdas alguno de tus amores de preparatoria? Mi abuela siempre decía que los amores de preparatoria eran inocentes y una parte importante de nuestro desarrollo. Desafortunadamente, mi experiencia no fue tan ideal. Cuando conocí a Arthur, mi vida...