(Erika)
La brisa fresca de febrero susurraba en los pasillos de la Universidad, llevando consigo la anticipación del Día de San Valentín. Erika, la hermana mayor de Nath, se encontraba inmersa en su rutina universitaria, centrada en sus estudios y en el complicado equilibrio entre la responsabilidad y la libertad que le otorgaba vivir lejos de casa.
En una soleada tarde, mientras hojeadaba su libro de Biología en uno de los bancos del campus, un chico se acercó tímidamente. Era Alex, un estudiante de segundo año de Medicina que había llamado su atención en clases compartidas. Sus miradas se cruzaron en más de una ocasión, pero hasta ahora, no habían tenido la oportunidad de hablar más allá de un breve saludo.
—Hola, Erika, ¿verdad? —saludó Alex con una sonrisa cálida.
—Sí, así es. Y tú debes ser Alex, de Medicina, ¿verdad? —respondió Erika, devolviendo la sonrisa.
Ambos compartieron una breve risa, rompiendo el hielo de la manera más casual. Pronto, descubrieron que tenían la Biología como asignatura en común y decidieron estudiar juntos para el próximo examen en la biblioteca.
El ambiente tranquilo de la biblioteca proporcionaba la perfecta atmósfera para concentrarse en los apuntes y sumergirse en los misterios de las células y los organismos. Mientras repasaban el material, surgieron conversaciones que iban más allá de las asignaturas académicas, revelando sus intereses y aspiraciones.
—Siempre he querido ser médico para poder ayudar a las personas. —Alex compartió su sueño con una chispa en los ojos.
—Es admirable. Yo estoy aquí por la Biología, pero también me apasiona la música y el arte. —Erika confesó, revelando una faceta de su vida más allá de las aulas.
La conexión entre ambos creció a medida que compartían sus pensamientos y aspiraciones. Se dieron cuenta de que, a pesar de sus diferencias, existía una armonía entre sus mundos.
La tarde avanzaba, y las risas y el intercambio de historias fluían sin esfuerzo. Una paleta de emociones se pintaba en la biblioteca, creando un lienzo efímero que solo existiría en ese momento en el tiempo.
—Erika, ¿crees en las conexiones instantáneas entre las personas? —preguntó Alex, rompiendo momentáneamente el silencio que había caído sobre ellos.
—A veces, sí. Creo que hay momentos en la vida en los que nos cruzamos con alguien y, de alguna manera, nuestras almas se reconocen. —Erika respondió con una mirada reflexiva.
La tensión en el aire creció, y sus miradas se encontraron en una conexión que iba más allá de las palabras. En ese momento, el universo pareció detenerse por un instante, dejándolos suspendidos en la incertidumbre.
—Alex, tengo que ser honesta contigo. —Erika rompió el silencio, sus ojos buscando los de él—. Somos personas con caminos diferentes, y aunque valoro esta conexión que hemos compartido hoy, no creo que pueda comprometerme más allá de esta amistad fugaz.
Una mezcla de sorpresa y comprensión cruzó el rostro de Alex. Erika continuó, queriendo ser transparente sobre sus sentimientos.
—Estoy enfocada en mis estudios y en mi vida en este momento. Pero eso no significa que no aprecie este momento contigo. —Erika sonrió con sinceridad.
El silencio que siguió fue elocuente. Ambos reconocieron la fugacidad del encuentro, aceptando que algunas conexiones son efímeras pero significativas de todas formas. En ese instante, el reloj marcó el final de su tiempo juntos en la biblioteca.
—Gracias por hoy, Erika. —Alex asintió con comprensión—. Aprecio la honestidad, y también valoro esta conexión, incluso si es solo por un breve momento.
Se levantaron juntos, conscientes de que la vida los llevaría en direcciones separadas. Mientras se despedían, el eco de una risa compartida resonó en la biblioteca, dejando un recuerdo suave pero duradero en sus corazones.
La puerta de la biblioteca se cerró tras ellos, y cada uno siguió su camino.
Erika regresó a su dormitorio con la mente llena de pensamientos sobre la tarde que acababa de pasar con Alex. Al entrar, encontró a su compañera de cuarto, Emily, concentrada en sus libros.
—¡Hola, Erika! ¿Cómo estuvo tu día? —saludó Emily, levantando la mirada de su tarea.
—Fue interesante, en realidad. Conocí a un chico, Alex, en la biblioteca, y terminamos estudiando juntos. —Erika compartió con una sonrisa.
—¡Vaya! Eso suena emocionante. ¿Algo más que estudiar? —preguntó Emily, mostrando interés.
Erika decidió abrirse con su compañera de cuarto y contarle más sobre su encuentro con Alex, incluyendo la conexión instantánea que habían sentido.
—Fue extraño, Emily. Como si nos conociéramos de toda la vida. Hablamos de nuestras vidas, sueños y aspiraciones, pero al final, ambos reconocimos que nuestras vidas van en direcciones diferentes. Aún así, fue un momento significativo. —Erika reflexionó sobre la experiencia.
—Suena como una conexión especial. —Emily comentó con una sonrisa comprensiva—. A veces, la vida nos regala esos momentos breves pero intensos. ¿Qué piensas hacer ahora?
Erika se encogió de hombros, pensativa.
—No estoy segura. Tal vez simplemente disfrutar del recuerdo y seguir centrada en mis estudios. Pero ahora, ¿te gustaría ver algunas películas y charlar un rato? Necesito desconectar un poco.
Emily asintió entusiasmada.
—¡Por supuesto! Una noche de películas y charlas suena perfecta. Vamos a elegir algunas buenas.
Se acomodaron en la pequeña sala de estar de su dormitorio, rodeadas de mantas y almohadas. Emily tomó el control remoto mientras Erika compartía detalles más ligeros de su día, enfocándose en las risas y las conversaciones amenas que había tenido con Alex.
A medida que las luces de la habitación se atenuaban y las primeras escenas de la película aparecían en la pantalla, Erika sintió un cálido sentimiento de comodidad al compartir esos momentos con su compañera de cuarto. Aunque el día le había brindado una experiencia única, la amistad y el apoyo de Emily eran constantes en su vida universitaria.
A lo largo de la noche, las risas, las bromas y las conversaciones fluidas crearon un ambiente acogedor y relajado en el dormitorio. Las películas se convirtieron en un telón de fondo para la conexión genuina que compartían, una amistad que, a diferencia de algunas conexiones efímeras, estaba destinada a perdurar en el tiempo.
Cuando las luces de la habitación finalmente se apagaron y la pantalla quedó en silencio, Erika se recostó en su cama, agradecida por la compañía y la calidez que Emily le había brindado esa noche.
—Gracias por estar aquí, Emily. Necesitaba esto. —Erika sonrió antes de apagar la luz.
—De nada, Erika. Siempre estaré aquí para ti. Buena noche. —Emily respondió antes de sumergirse en la oscuridad del dormitorio.
Mientras cerraba los ojos, Erika llevó consigo la sensación de conexión y amistad, reconociendo que no todo debía ser explorado y forzado.
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Polos Opuestos [BL]
Storie d'amore¿Recuerdas alguno de tus amores de preparatoria? Mi abuela siempre decía que los amores de preparatoria eran inocentes y una parte importante de nuestro desarrollo. Desafortunadamente, mi experiencia no fue tan ideal. Cuando conocí a Arthur, mi vida...