(Nathanael)
Era primavera y el clima lo reflejaba con la explosión de flores en los árboles del instituto. El calor comenzaba a hacerse presente, marcando el fin del invierno.
No podía evitar asombrarme al darme cuenta de que había pasado un año desde los eventos que marcaron mi vida. Aunque seguíamos siendo buenos amigos, esa conexión había experimentado cierta distancia. Verónica y Ethan se concentraban tanto en su relación como en sus estudios, consolidando su vínculo mientras enfrentaban las responsabilidades del día a día.
Arthur, por su parte, se encontraba inmerso en la realidad de la vida adulta, trabajando en una cafetería para costear su propio departamento. A pesar de sus invitaciones para que lo visitara, aún no me sentía preparado para dar ese paso, y él lo comprendía. La relación entre nosotros había evolucionado; aunque aún se percibían insinuaciones ocasionales de su interés romántico, ambos habíamos optado por mantenernos como amigos. Arthur estaba cambiando, y la nueva dinámica nos permitía evitar fricciones y desconfianzas que alguna vez estuvieron presentes.
No obstante, Arthur no había salido del armario completamente, una situación que entendía dada la complejidad de su entorno familiar. Mis propios deseos eran claros: anhelaba la libertad de amar sin restricciones cuando la oportunidad se presentara de nuevo. No estaba dispuesto a comprometer mi autenticidad por una relación, independientemente de los desafíos del pasado.
En ese proceso de reflexión, otro nombre afloró en mi mente: Efraín. Desde mi ceremonia de honor y el verano, había desaparecido de mis redes sociales y había cambiado de número. Supuse que era su manera de cerrar ese capítulo de su vida en Estados Unidos. La tentación de indagar era fuerte, pero temía descubrir una verdad incómoda y sentía que no era mi lugar interferir. Después de todo, reconocía que, en cierta medida, había jugado con sus sentimientos al ser inestable en el pasado.
Lo que sabía en secreto era que Efraín había conocido a alguien más, estableciendo una conexión y centrando su atención en esa amistad. Aunque me alegraba por él, no podía evitar sentir una pizca de melancolía al pensar que, con decisiones diferentes, podríamos haber construido una relación sólida y saludable.
Sin embargo, no podía quedarme atascado en el pasado; era hora de seguir adelante. Aunque había empezado a notar a alguien más, Darell, no buscaba una relación formal. Disfrutamos de nuestra compañía en las cabañas, y pensaba que podríamos tener una relación más casual. El dilema residía en la dificultad de expresar esa intención, especialmente porque Darell pertenecía a otro instituto, lo cual podría percibirse como una traición al equipo al que ambos pertenecíamos.
Darell era castaño, aunque se tiñó el cabello, y sus labios finos eran suaves al tacto. Su mirada parecía seria, pero al sonreír, sus ojos se cerraban, revelando una ternura inesperada. Cada detalle de su apariencia, desde la clavícula marcada hasta su barba recortada, aportaba un toque sexy y masculino. Aunque su cuerpo era promedio, resultaba sorprendente considerando su dedicación al ejercicio.
A nivel físico, sentía una atracción innegable y siempre ansiaba su contacto. Sin embargo, emocionalmente, no encontraba una chispa más allá de las interacciones sexuales. Actualmente, mi interés se enfocaba más en la conexión emocional y la química compartida. Desarrollar esa conexión se volvía una prioridad en mi nueva mentalidad, aprendida durante las sesiones de terapia, con el objetivo de evitar situaciones incómodas como las vividas anteriormente con Arthur.
Había dejado la terapia hace un mes, al finalizar el tratamiento, pero el terapeuta me aseguró que podía regresar si sentía una recaída o me sentía abrumado. Era crucial evitar patrones autodestructivos u obsesivos.
En un almuerzo con Vic, discutíamos sobre el primer día aburrido, la ausencia del novio de Vic, el trabajo de Arthur y la falta de Félix. Aunque Félix se unió a nosotros después del campamento de verano, evitábamos tocar ciertos temas relacionados con su familia.
Félix se unió a nosotros y compartió su experiencia en la ciudad, mencionando que se había perdido tomando el tren, pero había logrado ubicarse. Le aseguramos que siempre podía contar con nosotros para cualquier cosa. Después de una breve interacción, Félix volvió a sumergirse en sus audífonos, manteniendo su rutina. Aunque era tímido, su amabilidad le granjeaba simpatía, y su conexión principal era con Ethan y Verónica, siendo yo más un conocido, al igual que Arthur según entendía.
Casi sonaba la campana, y nos dirigimos a nuestras clases. La rutina con mis amigos era algo que empezaba a valorar profundamente. A pesar de mis reservas, comenzaba a encontrar alegría en la vida escolar, esperando que este semestre fuera más amable conmigo. Aunque había logrado ser menos hostil, seguía siendo inconfundiblemente Géminis.
ESTÁS LEYENDO
Polos Opuestos [BL]
Roman d'amour¿Recuerdas alguno de tus amores de preparatoria? Mi abuela siempre decía que los amores de preparatoria eran inocentes y una parte importante de nuestro desarrollo. Desafortunadamente, mi experiencia no fue tan ideal. Cuando conocí a Arthur, mi vida...